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Yoduro de plata: ¿Cómo funciona?

El yoduro de plata se utiliza en muchas regiones del mundo para evitar los daños ocasionados por el granizo. Mientras que algunos aseguran que este compuesto puede derretir el granizo y promover precipitaciones líquidas en las zonas donde se requieren lluvias, otros juran que el yoduro de plata deshace las tormentas y evita la lluvia. ¿Quién tiene razón?

A lo largo de la historia el hombre ha utilizado variados trucos para evitar los efectos no deseados que tienen sobre sus cultivos las precipitaciones de granizo. Las tribus primitivas, dotadas de una “tecnología prehistórica” se han valido de artificios tales como los sacrificios rituales (de animales o humanos) o el igualmente efectivo método de situar un brujo en el medio de los sembrados para que con sus bailes y gritos evite el desastre.

Pero la agricultura moderna, que se vale de la tecnología para mejorar su productividad gracias al uso de sistemas de riego más o menos sofisticados, herbicidas y especies vegetales alteradas genéticamente, ha incorporado al yoduro de plata como “elemento mágico” que logre minimizar los efectos negativos que tiene la caída de granizo sobre los campos de siembra. Sin embargo no todos los agricultores apoyan el uso de este compuesto. Y lo que es más interesante aún, ni siquiera se ponen de acuerdo en su efectividad.

El yoduro de plata es una sustancia química, muy conocida por aquellos que revelan en casa sus propias fotografías, altamente insoluble en agua y con una estructura cristalina parecida a la del hielo, que esparcida sobre una nube hace las veces de núcleos de condensación, es decir, de partículas alrededor de las que condensa el vapor de agua. Como aprendimos de niños, las nubes están formadas justamente por vapor de agua, así que si de alguna manera podemos “rociarlas” con este químico para que proporcione una gran cantidad de núcleos de condensación, propiciaremos la formación de gotas de agua que, una vez alcanzado el tamaño suficiente, caerán por acción de la gravedad. Este es el principio que esgrimen aquellos que propician el uso del yoduro de plata como agente útil, ya que haría posible que nubes pequeñas o que por algún motivo no han formado gotas grandes, precipiten en forma de lluvia.

Este método también puede disminuir los efectos del granizo. En una nube “normal”, el granizo se forma a partir de una gota de agua pequeña, generada inicialmente alrededor de un  núcleo de condensación, a la que se va agregando agua del vapor que la rodea. A medida que pasa el tiempo, el granizo va aumentando de tamaño. Si las condiciones meteorológicas lo permiten, estos trocitos de hielo aumentan mucho de tamaño antes de caer a tierra, destruyendo los sembrados cuando lo hacen. Con estos datos podríamos pensar que si una  nube es rociada con yoduro de plata aumentaríamos el número de núcleos de condensación con lo que la cantidad de granizo que se forma ser+ia mayor, lo que desaconsejaría el uso del compuesto químico. Pero no es así.

José Luis Sánchez, catedrático de la Universidad de León, a partir de las campañas realizadas desde 1997 en el valle del Ebro, especialmente en Lleida, ha elaborado un completo estudio sobre el tema. Según Sánchez, una vez que el yoduro entra en contacto con las gotas en suspensión, lo que hace es ayudar a congelarlas, es decir, acelera la formación de granizos, pero irónicamente este proceso evita que poco a poco se formen grandes piedras. “Los numerosos embriones de granizo compiten por el agua disponible y no pueden crecer. No es que haya menos, sino lo contrario: hay más, pero son más pequeños, lo que reduce los daños“, explica.

De las conclusiones obtenidas por este y otros expertos se desprende que la “siembra de nubes” es un método útil, aunque no definitivo. En algunos casos, cuando se cuenta con las nubes apropiadas, se puede aumentar la probabilidad de precipitaciones o disminuir el impacto del granizo sobre los cultivos. Pero obviamente el yoduro de plata no hace milagros.

Para llevar el compuesto hasta las nubes se emplean por lo general aviones, aunque por motivos de costo también se pueden utilizar “cocinas” que queman el yoduro en tierra y por su propia temperatura ascienden hasta la nube. También pueden utilizarse pequeños cohetes. En cualquier caso, el resultado es más o menos el mismo.

En España, Maite Torà, de la Agrupació de Defensa Vegetal de les Terres de Ponent, que ha sido durante mucho tiempo la encargada de los generadores de yoduro en la provincia de Lleida ha dicho que “la única manera de ver si funciona es seguir evaluando. Y hacerlo bien: no puedes regar una nube y otra no“. Uno de los problemas es que el yoduro se ha usado en años intrínsecamente secos, lo que ha generado una imagen negativa: “Hay sequía, pues alguien ha de tener la culpa“. Esta situación posiblemente sea la que ha causado que muchos agricultores no crean en el sistema, o que directamente se opongan al él.

De hecho, la polémica sobre la efectividad del sistema es tan grande, que en algunos países se llega a extremos como mínimo peligrosos. Por ejemplo, en la zona de los Llanos, ubicada en el sudeste de la provincia Argentina de La Rioja, en el pasado los pobladores han denunciado la existencia de un supuesto aeroplano que “dispone de la tecnología necesaria para evitar que se produzcan tormentas y que llueva, y que además contamina el ambiente con yoduro de plata.

Carlos Del Moral , un abogado de la zona, expresó en esa oportunidad, que “estos artefactos voladores son nocivos para el pueblo de La Rioja, por eso invito a mis coprovincianos a derribarlos, por ejemplo, con un tiro certero de carabina 22”, a la vez que ha ofrecido una recompensa en dinero a quienes lo logren. Realmente, una verdadera locura.

Más allá de los casos particulares, el hecho científicamente demostrado es que el yoduro de plata efectivamente puede ayudar a la disminución del tamaño de las piedras de granizo o que, con las nubes adecuadas, es capaz de aumentar la cantidad de agua precipitada. Por supuesto, el hecho de ver un avión sobrevolando las nubes de tormenta y que luego no llueva ayuda muy poco a la mejorar la imagen que tienen algunos agricultores sobre el sistema. Obviamente, si el avión no hubiese sembrado la nube tampoco hubiera llovido, pero siempre es más fácil aceptar las contrariedades cuando tenemos a quien atribuirle las culpas.

Escrito por Ariel Palazzesi

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