El ejercito de Estados Unidos comenzará a utilizar en Afganistán un nuevo rifle que dispara balas inteligentes. Dentro de pocos días, los soldados americanos que luchan contra los talibanes podrán determinar exactamente a que distancia del blanco explotan sus proyectiles. El arma en cuestión es el XM25 y utiliza un sistema de medición láser junto a un chip instalado en cada bala que le permite conocer en cada instante a que distancia se encuentra de su objetivo. ¿Realidad o ciencia ficción?
El problema de las balas es que, una vez disparadas, no tienes control sobre ellas. Históricamente, los proyectiles disparados por los rifles fueron simplemente un trozo de metal con la forma, tamaño y peso adecuados para “volar” desde la boca del arma hasta su blanco. Una vez que alcanza su destino, la energía cinética de esta masa que se desplaza a una alta velocidad hace el resto del trabajo. Sin embargo, el “progreso” ha hecho que a medida que la tecnología va desarrollando nuevos materiales y explosivos, la idea de un simple metal acelerado resulte “poca cosa” para los generales de turno. Esto ha hecho que desde hace año se utilicen , por ejemplo, balas explosivas, que al efecto cinemático producido durante el impacto se suma el de una pequeña explosión originada en la bala misma.
Pero todo lo visto hasta hoy no puede compararse con el arma que el ejercito de los Estados Unidos comenzará a utilizar en Afganistán este mismo mes. Los responsables de dirigir las operaciones en ese país creen que el XM25 y sus sofisticadas municiones tienen el potencial de cambiar el rumbo de una guerra que -para ser realistas- se ha convertido en un problema difícil de resolver para los EE.UU. Este rifle lanzagranadas -por llamarlo de alguna manera- dispara granadas de 25mm hasta una distancia de unos 700 metros. Pero previo al disparo, es capaz de medir con gran precisión -gracias a su sistema de telemetría láser– la distancia a la que se encuentra el blanco.
Esa información es transmitida a la electrónica contenida en el proyectil, junto a la configuración más adecuada para ese disparo. El operador del XM25 puede elegir, por ejemplo, que la granada explote hasta tres metros antes o detrás del blanco. Esto es posible por que el proyectil continúa enlazado electrónicamente con el XM25 durante toda su trayectoria, y cuando ha “viajado” la distancia prefijada, explota. Se cree que habrá balas “preprogramadas” para para aniquilar, para explotar, para aturdir o para ser utilizadas durante los entrenamientos.
Esto permite atacar con mayor eficiencia (resulta bastante extraño utilizar ese término cuando se habla de matar a otro humano) al enemigo, sobre todo cuando se libra un combate en calles o edificios. Christopher Lehner, un teniente coronel que se ha encargado de dirigir este proyecto, afirma que el arma “traerá un cambio en las reglas del juego, que otras naciones intentarán copiar rápidamente”. Los soldados podrán utilizar al XM25 en aquellas situaciones en que el “blanco” se encuentra escondido detrás de un muro o dentro de una trinchera, reemplazando incluso en muchos casos a los ataques aéreos. El ejército espera comprar unos 12.500 XM25 este mismo año, cantidad suficiente equipar a todos los miembros de la infantería y fuerzas especiales destacados en Afganistan. Cada rifle lanzagranadas tiene un costo de entre 25 mil y 30 mil dólares, y cada proyectil cuesta unos 30 dólares. Lehner, entusiasmado, asegura que “con este sistema, le quitamos al enemigo la posibilidad de esconderse. La única acción efectiva que esperamos ver de su parte es salir corriendo”.