En estos días es bastante complicado para las grandes marcas combatir las falsificaciones, ya que en cierto modo son una consecuencia de trasladar la producción hacia otras regiones con mano de obra más barata. Esto ha dado lugar al desarrollo de diferentes mecanismos de protección, y uno de los más recientes proviene de Xerox, basado en una etiqueta impresa con 36 bits de memoria «reescribible», y además cifrada para impedir modificaciones no autorizadas.
El mundo de la informática nos ha permitido ver toda clase de desarrollos… y toda clase de falsificaciones. Recuerdo muy bien a los procesadores «Pintel», nombre asignado a aquellos chips con su superficie modificada para presentar otra frecuencia de fábrica, y hoy encontramos cosas absurdas como pendrives de un terabyte, cuyo firmware fue alterado. Si un producto tiene una demanda lo suficientemente alta, lo más probable es que aparezca una imitación en alguna parte, y si bien no hay nada de malo en competidores leales con ofertas similares, digamos que el concepto de bootleg se puede encontrar en casi todos los mercados.
Además de combatir la creación de falsificaciones, una compañía también debe garantizar la procedencia de sus productos originales, y eso implica almacenar información sobre cada uno de los procesos a los que fueron sometidos, junto a cada una de sus escalas durante el transporte. En un intento por responder a esa necesidad, la gente de Xerox desarrolló una nueva «memoria impresa» en formato de etiquetas con una capacidad máxima de 36 bits. Si lo comparamos con los medios actuales de almacenamiento, 36 bits no parecen ser mucho, pero Xerox indica que es posible guardar un máximo de 68 mil millones de puntos de datos, lo que otorga una enorme flexibilidad. El contenido de la memoria puede ser modificado, pero al mismo tiempo se encuentra cifrado, y sólo se accede a él utilizando un lector autorizado, conectado a una aplicación segura instalada en un smartphone.
La memoria impresa de Xerox está basada en tecnología de la compañía Thinfilm, por la cual obtuvo una licencia en diciembre del año pasado. El primer ejemplo que nos da Xerox de una aplicación para estas etiquetas apunta a la industria farmacéutica. Determinar el origen, estado, manipulación y distribución de un medicamento es crítico para la salud pública, e incluso se está especulando con la posibilidad de colocarlas en alimentos o dinero en efectivo.
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