El 14 de octubre ha quedado atrás, y eso significa una cosa: Comienza la cuenta regresiva para el fin del soporte extendido en Windows 10. Redmond está a punto de entrar en otra crisis autoinfligida, bajando el pulgar a su sistema operativo más popular, con menos de diez años sobre los hombros y el 62 por ciento del mercado ocupado. Eso equivale a millones de equipos perfectamente funcionales que no pueden recibir a Windows 11 por la arbitrariedad de sus requerimientos… y la pregunta de fondo es siempre la misma: ¿Qué pasa con los usuarios?
La historia hasta aquí
Windows 7 debutó el 22 de octubre de 2009, y su soporte extendido con el programa ESU se prolongó hasta enero de 2023. De hecho, la edición «Embedded POSReady 7» para puntos de venta y kioscos concluyó su soporte ESU la semana pasada, marcando casi quince años de parches y hotfixes.
Si contamos a Windows 8 y 8.1 como un solo sistema operativo, el soporte duró del 26 de octubre de 2012 hasta el 10 de enero de 2023. Windows 8.x no recibió ningún ESU, y la única excepción (Windows Embedded 8.1 Industry) llegó a julio del mismo año. Menos de once años, nada mal para un diseño tan controvertido.
Ahora, todo parece indicar que Windows 10 estará más alineado a lo que sucedió con Windows 7. Entre el 29 de julio de 2015 y el 14 de octubre de 2025 tenemos más de diez años, pero debemos agregar otros tres bajo ESU, y no podemos olvidar las versiones LTSC que desplazan el límite hasta enero de 2032. Si esto no suena tan mal en la superficie, entonces, ¿cuál es el problema?
Windows 11: «tIeNes qUe cAmBIar eL Pc»
Además de no presentar razones convincentes para dar el salto, y sufrir regresiones en aspectos básicos como la posición de su barra de tareas (que no se puede cambiar sin software adicional), la mayor ofensa de Windows 11 está en sus requerimientos de hardware. Bajo el argumento de «mayor seguridad», generaciones enteras de equipos funcionales han quedado al margen del soporte oficial, y las soluciones disponibles en la Web (con Rufus a la cabeza), no hacen más que confirmar el perfil artificial de esas restricciones.
Cuando llegue el momento, es probable que una buena parte de los usuarios decida apostar a una instalación de Windows 11 en hardware «sin soporte». También existe la posibilidad de usar ediciones más exóticas como Windows 11 IoT Enterprise LTSC (que convierte a TPM, Secure Boot y UEFI en «recomendados»), y por supuesto, sería una falta de respeto olvidar a los diferentes sabores de Linux.
Sin embargo, nadie puede negar que la situación es muy diferente: Previamente, Redmond anunciaba con orgullo la retrocompatibilidad de sus sistemas operativos. Hoy, está decidido a aniquilar cualquier opción legacy para el espacio retail, y el único «camino oficial» que le ofrece a los usuarios es actualizar hardware. Por suerte hay alternativas, pero el problema lo creó Microsoft… otra vez.
Muy contento con Windows 10 LTSC y sin prisas por actualizar, cuando llegue el momento, a Windows 11 LTSC. Las versiones estándar son un amasijo de bloatware y con soporte recortado, tal y como se explica en el artículo.
Echo de menos los tiempos en que el sistema operativo se adaptaba al hardware y no al revés. Obviamente, en EEUU hay un lobby que está pagando a Microsoft para que lleve a cabo estas políticas. De otra forma, no lo entiendo.
Microsoft + Intel + Nvidia
En efecto, como dice Burrito, Windows 10 IOT Enterprise LTSC es la solucion, al menos hasta 2032 que es cuando termina el soporte a esta versión. Puesto en bandeja en massgrave.dev