Difícilmente podamos encontrar un lector de NeoTeo que esté en contra de las llamadas “energías limpias”. Esta manera de generar energía eléctrica, casi siempre a partir de las radiaciones solares o de la fuerza del viento, tienen la ventaja de no contaminar el planeta, a la vez que resultan inagotables. La humanidad ha emprendido el camino hacia un mundo en el que toda la energía que se consuma provenga de estas fuentes, y a pesar de que seguramente será un proceso lento y complejo, hay varios proyectos en marcha que nos permiten soñar con ese futuro. En el caso de las turbinas eólicas, la mayor parte de ellas se encuentran emplazadas en terrenos donde los vientos son fuertes y prácticamente constantes, de forma que su rendimiento sea máximo. Sin embargo, esos sitios suelen estar muy poblados o dedicados a la agricultura, y a pesar de que en principio no deberían interferir con esa actividad, suelen ser criticadas por “afear” el paisaje.
Una buena alternativa consiste en instalar las turbinas eólicas en el mar. Existen en los océanos que cubren la mayor parte de la superficie de nuestro planeta regiones enormes en las que los vientos son tan o más propicios que sobre tierra, sitios en los que una granja eólica permitiría aprovechar ese valioso recurso. Lamentablemente, en muchas oportunidades la gran profundidad a la que se encuentra el lecho marino dificulta enormemente la fijación de las bases de estas turbinas, encareciendo tanto el proyecto que impide su concreción. Una alternativa lógica sería la implementación de turbinas flotantes, ya que por su naturaleza podrían operar en cualquier sitio, sin importar la profundidad del agua. Y justamente es eso es WindFloat, un ingenio que está construyendo la empresa estadounidense Principle Power en colaboración con Energías de Portugal. Según han informado, será la primera turbina eólica flotante del mundo y será instalada a unos 350 kilómetros de la costa portuguesa. Podrá generar unos 2 MW de energía, y permitirá aprovechar los vientos que azotan la superficies de los mares, ya que como dice Antonio Vidigal, el director ejecutivo de EDP Inovação, “el océano es la próxima frontera energética, donde la energía eólica marina nos proporcionará una manera de aprovechar vientos fuertes y más estables y a medio plazo, la posibilidad de disponer de una red eléctrica más sostenible“.
Una turbina eólica flotante puede ser construida en tierra y luego remolcada a su lugar de trabajo, abaratando los costes. La ausencia de una plataforma fija también ayuda en ese sentido, y brinda la posibilidad de -en caso de fallos- volver a arrastrar la turbina a la costa para repararla con toda comodidad. No han trascendido lo que costará esta turbina flotante. Pero estamos seguros que si se ha decidido su construcción, la energía que aportará sera más valiosa que la turbina misma, por lo que es muy posible que esta sea la primera de muchas más.