30 de enero de 1945. La Segunda Guerra Mundial en territorio europeo estaba a punto de terminar. Las fuerzas alemanas habían dado inicio a la «Operación Hannibal», una masiva evacuación marítima de civiles en Curlandia, Prusia Oriental y el Corredor Polaco que trataban de escapar al implacable avance del Ejército Rojo. Uno de los barcos utilizados fue el MV Wilhelm Gustloff, transporte originalmente diseñado como crucero de lujo, y al que miles de personas abordaron para cruzar el Mar Báltico, pero el submarino soviético S-13 estaba en la zona…
Fue un game over que se extendió por cuatro meses. Las fuerzas alemanas estaban derrotadas. La Operación Nordwind, última gran ofensiva del ejército nazi, había sido un fracaso. La brutal Batalla de las Ardenas se inclinó en favor de los aliados. El Ejército Rojo entraba a Auschwitz. Los rumores (ciertos) sobre asesinatos y violaciones por parte de los soldados soviéticos se esparcieron como fuego entre la población alemana. La Operación Hannibal tenía el objetivo de evacuar civiles a través del Mar Báltico. El llamado «Corredor Polaco» estaba a punto de explotar…
En la ciudad portuaria de Gotenhafen (actualmente Gdynia) se encontraba el MV Wilhelm Gustloff. Su historia nos dice que comenzó como crucero de lujo bajo la organización nazi Kraft durch Freude, pero en 1939 terminó bajo control de la Kriegsmarine en el rol de hospital, transporte armado y cuartel flotante. Miles de personas invadieron y saturaron la ciudad, en un intento por obtener un pequeño lugar en el Wilhelm Gustloff. Los registros oficiales indican que al momento de su partida durante el mediodía del 30 de enero de 1945 viajaban poco más de seis mil personas… pero un análisis posterior sugiere que el número real de pasajeros era cercano a los 10.500. El Wilhelm Gustloff había sido diseñado para llevar menos de 2.000 personas, incluyendo a la tripulación.
Una escolta inadecuada (apenas dos botes torpederos, y uno de ellos se averió), cuatro capitanes a bordo que no se ponían de acuerdo, y un dilema: Seguir en aguas poco profundas y enfrentar las minas, o evitarlas por completo y tirar dados con los submarinos. A pesar de las recomendaciones hechas por los oficiales militares, el capitán del Wilhelm Gustloff Friedrich Petersen decidió dirigirse a aguas profundas con las luces de navegación encendidas para mejorar la visibilidad. Desde la perspectiva de un submarino, el barco era un árbol de Navidad.
Ese submarino era el S-13, bajo el mando de Alexander Marinesko. Marinesko era considerado un comandante brillante, pero sus recurrentes problemas con el alcohol habían destrozado su reputación, y estaba al borde de la corte marcial. El Wilhelm Gustloff se transformó así en una oportunidad de oro para el devaluado Marinesko, y después de colocarse en posición, ordenó el disparo de cuatro torpedos: «Por la Madre Patria», «Por Leningrado», «Por el Pueblo Soviético», y «Por Stalin». Uno de ellos se quedó trabado en el tubo (Stalin), pero los otros tres golpearon al crucero del lado izquierdo (babor).
Los testimonios de los sobrevivientes son unánimes y contundentes: Después del ataque, el Wilhelm Gustloff se convirtió en una carnicería. Gente luchando por un lugar en los botes salvavidas, niños muertos y aplastados (más de cinco mil viajaban en el crucero), remos convertidos en armas para alejar a quienes saltaban sobre los botes y buscaban subir. Un padre (aún con la esvástica en el brazo) matando a su esposa e hijo antes de arrojarse al mar helado.
Las naves de rescate comprobaron que tenían los mismos problemas que el Wilhelm Gustloff: Falta de capacidad, y la amenaza del S-13 bajo el agua. A la mañana siguiente, la zona del ataque era un cementerio. Los botes salvavidas tampoco eran una garantía, y muchos murieron en ellos. De aquellos 10.500 pasajeros, apenas mil escaparon con vida.
Y nadie habló sobre ello al principio. Lo último que necesitaba la Alemania Nazi era anunciar semejante desastre, y en la Unión Soviética no había ningún interés en reportar la muerte de 9.500 civiles. Un par de menciones llegaron a los Estados Unidos, pero nada más que eso. ¿Por qué? En esencia… porque eran Nazis. Después de lo que Hitler y su banda de psicópatas habían hecho en Europa, hablar sobre el sufrimiento alemán o demostrar empatía por su población no aparecía muy arriba en la lista de prioridades. Así quedó registrada la mayor catástrofe marítima en la historia: Apenas una entrada más entre todas las pérdidas alemanas en tiempos de guerra.
(De nuestros archivos, publicada en febrero de 2020, con algunos ajustes.)
Fuente: Smithsonian Magazine