Cada vez que un actor interactúa con un escenario imposible de reproducir en la vida real, sabemos que está desplegando su talento frente a una pantalla verde, y los expertos en animación se encargan del resto. Sin embargo, cuando invertimos esa situación, descubrimos que los personajes virtuales no pueden hacer gran cosa en entornos reales. Un nuevo proyecto del MIT busca cambiar eso a través del estudio de vibraciones registradas en objetos usando apenas unos pocos minutos de vídeo, llevando a escenarios interactivos muy bien logrados.
La tecnología visual aplicada al cine y la televisión es cada vez más avanzada, además de económica. Captura de movimiento, reproducción 3D, actores digitales, escenas renderizadas en tiempo real… la lista sigue. Una película que hoy cuesta 100 millones de dólares en efectos especiales probablemente demande menos de la mitad dentro de algunos años, y admito que estoy siendo un poco conservador. ¿Qué más se puede hacer? ¿En dónde es posible mejorar? La gente del MIT ha decidido explorar el camino de la interacción de personajes virtuales con entornos reales, capturados en imágenes o vídeo. El inconveniente es que esos formatos no brindan información adicional. A modo de ejemplo: Filmar un esqueleto estático sólo nos brinda datos 2D sobre él, pero si fuera posible analizar sus vibraciones, la historia cambia por completo.
Antes de que esos personajes virtuales puedan relacionarse de forma más estrecha con un vídeo, el primer paso es convertir al vídeo en interactivo, y ahí es donde intervienen las vibraciones. Con su ayuda, los nuevos algoritmos desarrollados por el MIT logran obtener propiedades físicas adicionales sobre el objeto, y predecir la forma en la que se comportará al ser sometido a fuerzas externas. Los resultados publicados en el vídeo de presentación son espectaculares. Nada más que cinco segundos de vídeo son suficientes para que la estatuilla sea movida y doblada. Las vibraciones se registran con leves golpes, pero incluso el efecto del viento sobre las hojas de un árbol o una planta entrega datos de sobra en la creación de vídeos interactivos.
En este punto aparecen nuestros personajes virtuales. Por más crudos que sean, el simple hecho de golpear al objeto, caminar o saltar sobre él genera movimientos muy cercanos a los que se esperan en realidad. Los responsables del proyecto admiten que las simulaciones no son perfectas, pero en el futuro esperan que esta tecnología pueda ir más allá de su actual perfil artístico, y convertirse en una herramienta para monitorear la integridad de ciertas estructuras, como puentes o edificios, eso sin olvidar su potencial en la realidad aumentada.