Menu
in

¿Vida en las lunas de Júpiter y Saturno?

Los científicos siempre han estado convencidos de que la vida, dentro de un sistema solar como el nuestro, sólo puede darse en una “zona habitable” que pueda comprender cuerpos celestes ubicados en posiciones que no sean demasiado calientes, ni demasiado frías. El sustento de esta teoría es la posibilidad de tener agua líquida en la superficie. Sin embargo, el científico planetario Francis Nimmo sostiene que los datos obtenidos por las recientes misiones de la NASA demuestran que están dadas todas las condiciones necesarias para que pueda existir vida en los satélites helados de Júpiter y Saturno. Europa y Encélado tienen mucho para contarnos y las demostraciones científicas irrefutables de vida extra-terrestre están cada vez más cerca.

“Si estas lunas son habitables, cambiaría todo lo que entendemos como zona habitable", dijo Nimmo, profesor de Ciencias Terrestres y Planetarias de UC Santa Cruz, CA. "Este evento cambiaría radicalmente nuestra forma de pensar acerca de cómo y dónde podemos encontrar vida fuera del sistema solar". El pasado martes 15 de diciembre, en la reunión anual de la Unión Geofísica Americana en San Francisco (AGUAmerican Geophysical Union), Nimmo disertó acerca de las posibilidades que poseen ciertos organismos vivos de adaptarse y sobrevivir dentro de la dinámica de los hielos que pueblan las mencionadas lunas de Júpiter y Saturno.

Existen muchas evidencias que apoyan la postura de Nimmo sobre la presencia de océanos subterráneos en Europa y Encélado. En 2000, por ejemplo, la nave espacial Galileo de la NASA pudo capturar datos que reflejaron una medida inusual de un campo magnético alrededor de Europa, que se atribuyó a la presencia de un océano debajo de la superficie de la luna. En Encélado, la nave espacial Cassini descubrió géiseres de cristales de hielo calculados en un centenar de kilómetros de altura sobre la superficie, que también sugiere que al menos existen grandes yacimientos de agua en el subsuelo de estos satélites naturales.

El agua en estado líquido es un elemento muy difícil de encontrar en orbitas más alejadas de lo que la Tierra se encuentra del Sol. Sin embargo, según Nimmo, grandes concentraciones de agua líquida del tamaño de océanos podrían encontrarse debajo de la congelada superficie de estas lunas. Estas coberturas heladas podrían estar conteniendo grandes mareas que no tendrían forma de salir al exterior para evaporarse en el cosmos. Ambos satélites, Europa y Encélado, poseen orbitas excéntricas y elípticas que permiten, al igual que nuestra luna, tener apoastros y periastros respecto a los planetas que orbitan. Este tipo de órbita, por lo tanto, crea flujos y reflujos de energía gravitacional entre los planetas y sus satélites. Encélado, por ejemplo, es un satélite que se aplasta, se estira, se comprime y se expande, sostiene Nimmo.

Frotarse las manos en un día de frío genera calor. Un proceso análogo sucede con las fuerzas a las que son sometidas las mareas de roca caliente que poseen estos satélites en su corazón. En consecuencia, este movimiento provoca fricción y energía geotérmica. Esta misma energía puede provocar grandes deslizamientos de placas de hielo que, al moverse sobre la superficie, generan grietas por donde el agua es expulsada al exterior, tal como sucede con los géiseres en la Tierra. Nimmo sostiene, además, que las delgadas líneas que recorren la superficie de Europa sugieren ser los bordes de placas geológicamente activas.

Estas grandes capas de hielo pueden ser cruciales para el mantenimiento de los océanos que podrían estar albergando vida en estas lunas. Las grandes superficies heladas pueden brindarles protección a estos océanos de la extrema frialdad del espacio y de las radiaciones nocivas para los organismos vivos. Dicho de otro modo, el hielo actúa como una manta aislante. Por su parte, Encélado es tan pequeña y la capa de hielo en su superficie es tan delgada que los científicos estiman que sus océanos pasen la mayor parte del tiempo congelados haciendo poco probable la habitabilidad en su interior. Sin embargo, Europa tiene el tamaño perfecto para calentar y mantener activos sus océanos de manera muy eficiente. Es más grande que Encélado pero más pequeña que otras lunas como Ganímedes, que posee una capa de hielo externo de un espesor suficiente como para bloquear cualquier posibilidad de comunicación entre la posible agua interior (si la tiene en estado líquido) y el espacio exterior.

El núcleo activo y la superficie de estas lunas son fuentes potenciales de los componentes químicos necesarios para la vida. Además, la radiación solar y los impactos de cometas contribuyen a depositar y procesar una enorme diversidad química sobre la superficie de cualquier cuerpo celeste. Para mantener estos organismos vivos, estos químicos depositados debieran “emigrar” o “moverse” hacia el interior de los océanos, debajo de la superficie, y esto puede estar ocurriendo en forma periódica a través de las fisuras en las capas de hielo (relativamente delgadas) de Europa y Encélado. Nimmo también sostiene que las moléculas orgánicas y los minerales pueden ser generados por el mismo núcleo de las lunas. Estos nutrientes podrían sostener comunidades enteras de bacterias capaces de vivir y reproducirse a altas temperaturas, como las termófilas o las hipertermófilas que se observan alrededor de los respiraderos hidrotermales en la Tierra.

Nimmo advirtió además que encontrar un lugar con todas las condiciones para ser habitable no es garantía de que esté o haya estado alguna vez habitado. A pesar de que encontrar vida en otras partes del sistema solar es una tarea muy ardua para el ser humano, en cuanto a tiempo y esfuerzo, el simple hecho de pensar que puede estar allí bien vale el esfuerzo. Sin duda alguna, encontrar vida en cualquier otra parte de nuestro sistema solar sería el descubrimiento científico del milenio, dijo Nimmo.

Escrito por Mario

Leave a Reply