Duncan Haldane en la Universidad de California, Berkeley, presentó VELOCIRoACH esta semana en la reunión de la Sociedad para la Biología Integrativa y Comparada en San Francisco. El impacto fue positivo, a pesar de que se estaba mostrando a una cucaracha ante un público tan grande. Pero no era cualquier insecto, se trataba del segundo robot más rápido del mundo. Hecho de cartón y con una velocidad de 2.7 metros por segundo, esta cucaracha robótica podría ser una gran ayuda para nuestra futura colonización planetaria.
Para mí, las cucarachas son fuente de risas inesperadas, pues mi novia tiene la costumbre de gritar agudamente y esconderse detrás de mi espalda cada vez que nos cruzamos con alguna mientras caminamos por la calle. Convertido en un héroe bondadoso a plena carcajada, cubro el terreno, visualizo el objetivo y levanto el pie. Pero no aplasto al pobre insecto, sino que lo dejo huir, libre, como para que exista la posibilidad de que vuelva a encontrarnos y asuste a mi chica de nuevo, con la consecuencia cómica para mí. Veloces, ágiles, resistentes y persistentes en su masiva reproducción, las cucarachas aterran a millones de personas. Más por asco que por miedo, quiero creer. Pero a los científicos de la Universidad de California las cucarachas no les producen repulsión, sino inspiración para idear y desarrollar al segundo robot más rápido del mundo. Si no nos crees, hay un video a continuación que puede serte de mucha utilidad como para empezar a repensar tu no fobia a las cucarachitas veloces.
Con un andar un poco atolondrado, la cucaracha robótica se hace paso por casi cualquier superficie sólida y atraviesa ambientes como si el piso se estuviera derrumbando detrás de ella. Yendo a velocidad crucero, una simpática conceptualización de sus 2.7 metros por segundo, con los que va saltando, tropezando, corriendo y reptando a la vez, según como caiga recorriendo 26 veces el tamaño de su cuerpo en 1 segundo. Si bien es la primera de su tamaño en llegar a una velocidad tan alta, el record está actualmente hegemonizado por el LS3, que puede trotar a una velocidad de 3.2 metros por segundo. Según contaron a la presa, para maximizar la velocidad del VELOCIRoACH, Haldane y sus colegas estudiaron la anatomía de una cucaracha sus movimientos y sus velocidades, que alcanzan los 1.5 metros por segundo. La idea también fue escalar su cuerpo hasta una medida manipulable con facilidad, especialmente por cuestiones de evitar costos de miniaturización.
Superando a sus musas orgánicas, el secreto de la velocidad de VELOCIRoACH son sus delgadas piernas en forma de C. Estas imitan las piernas de una cucaracha al actuar como resortes, ya que chocan contra el suelo 15 veces por segundo. Para mantenerse estable, el robot tiene tres patas en el suelo en todo momento. Su acercamiento a los obstáculos imita a las cucarachas también, pues en lugar de evitarlos, los escala. Construida con un esqueleto de cartón, los científicos dijeron que el objetivo siguiente es darle más protección a estas cucarachas robóticas (que podrían servir para salvar vidas en tragedias o para exploración de planetas o lugares contaminados), para que tengan más resistencia física y no sean aplastadas por el primer pie humano de una novia asustada o de un novio menos insect-friendly.