Un documento sobre bioética, dado a conocer por el Vaticano en las últimas horas, condena la fertilización asistida, la clonación humana, los bebes de diseño, la “píldora del día después” y la experimentación con células madre. El escrito se refiere extensamente a todos los “males” de la biotecnología, calificándolos de inmorales.
Quizás no debería sorprender demasiado. Al fin y al cabo, la institución más famosa del Vaticano no se destaca por la velocidad puesta de manifiesto a la hora de aceptar los adelantos tecnológicos o científicos. Si les tomó algunos siglos comprender que la Tierra no era el centro del universo ni mucho menos, es de esperarse que algo tan “oscuro” como la genética o algunos aspectos de la biotecnología los asuste un poquito y se pongan a la defensiva. En un mundo en el que cada vez menos gente le teme a los dragones, demonios o malos espíritus, bien se puede echar mano al lado oscuro de la manipulación genética.
El documento en cuestión se llama “Dignitas Personae” (algo así como “la dignidad de la persona”), y fue emitido por la Congregación para la Doctrina de la Fe. Se trata, en realidad, de una actualización importante al escrito “Donum vitae” (El don de la vida) que hace veintiún años publicase el Papa Juan Pablo II. En el “El don de la vida” ya se hacía mención al respeto que merece la vida humana desde sus inicios y la “dignidad de la reproducción”.
Desde el punto de vista de la tecnología en general (y de la biotecnología en particular), dos décadas son prácticamente una eternidad. Los nuevos avances, que prometen hasta la regeneración de ojos o extremidades a partir de la manipulación de las células madre, o la posibilidad técnica de crear embriones humanos viables, han hecho necesaria esta actualización por parte del Vaticano. “El embrión humano tiene desde el principio la dignidad que es propia a la persona. Es moralmente ilícito sacrificar vida humana para una meta terapéutica“, puede leerse. El Vaticano se opone férreamente a la clonación terapéutica, ya que según su punto de vista “convierte a seres humanos en estado embrional en simples medios” para lograr un fin. Ni hablar del escozor que causa, puertas adentro del pequeño pais, la posibilidad de crear vida artificial.
Puestos a escribir el documento, los letrados del Vaticano han decidido no dejar nada afuera. De esa manera, en “Dignitas Personae “ se condena la clonación humana, la fecundación asistida, la congelación de embriones y de óvulos, la eliminación voluntaria de embriones, la píldora del día siguiente y el uso de células madre embrionarias para la investigación. El encargado de mostrar al mundo el escrito ha sido el jesuita español Luis Francisco Ladaria Ferrer, de 64 años.
En un pasaje puede leerse que la mayor parte de los métodos de fertilización asistida “son excluidos” de las prácticas o conductas aceptadas por los cristianos, por ser consideradas como un “substituto del acto conyugal, que es claramente contrario a la procreación responsable”. Otro tipo de prácticas, como el sexo con robots o la compra de ejemplares de Aiko (por unidad o por docena) no se mencionan, pero creemos que deberían (por las dudas) ser evitadas.
En el fondo, la Iglesia intenta mantener dentro de parámetros bien conocidos y aceptados la institución del matrimonio y de la familia. De hecho, siempre ha resaltado valores como el amor. Sin embargo, algunas ayudas de la ciencia a la hora de asistir a aquellas parejas que tienen problemas para concebir un hijo o el uso de los recursos que pueden brindarnos la biotecnología o la genética deberían ser sopesadas mejor antes de ser descartados de plano. Más hoy día, donde cada vez menos personas se rigen según los mandatos de la iglesia católica, una institución caduca, cuestionada y en franca extinción.