La nueva ciencia de resucitación está cambiando la forma en que los doctores piensan sobre los ataques cardíacos – y la muerte en si mismaUna de las cosas más llamativas en un caso de muerte por ataque cardíaco es que no hay daño alguno en los órganos, ni pérdida de sangre. Lo único que ha ocurrido en el cuerpo es que el corazón se ha detenido y el cerebro ha cesado sus funciones para conservar el oxígeno.
¿Qué es lo que ha muerto en la persona? La respuesta convencional – desde no hace mucho – ha sido que lo que muere son las células. Se decía que la razón por la que un paciente no podía ser revivido, era que los tejidos de su cerebro y corazón habían sufrido un daño irreversible por falta de oxígeno, luego de cuatro o cinco minutos de la detención del corazón. Si el paciente no recibía resucitación cardiopulmonar en ese lapso de tiempo, o si su corazón no podía ser reactivado poco después, era improbable que se recuperara. Este dogma se mantuvo incuestionado hasta que la célula sin oxígeno fue analizada verdaderamente bajo un microscopio. Lo que el microscopio reveló, fue que la célula seguía viva luego de una hora sin oxígeno. El Dr. Lance Becker, una autoridad de medicina de emergencias de la Universidad de Pensilvania, dice que no pudieron contener el asombro al descubrir que las células (negadas del suministro de sangre) tardaron horas en morir.
Esta revelación llevó a la pregunta: Si las células siguen vivas tanto tiempo, ¿por qué no se puede revivir a alguien que ha estado muerto por una hora?. Becker descubrió que lo que mata a las células es resumir repentinamente el suministro de oxígeno cuando han estado sin él por más de cinco minutos. En busca de profundizar sobre esto, Becker asumió la dirección del Centro Penn para Ciencias de la Resucitación, un centro que investiga el tratamiento a los muertos.
La nueva perspectiva de la muerte celular indica que el deceso se produce por un evento bioquímico activo, gatillado por reperfusión, la reasunción de suministro de oxígeno. Y esto tiene a los biólogos luchando contra las implicancias del descubrimiento. La investigación los lleva al centro de las profundidades del mecanismo celular, hacia las diminutas estructuras membranosas conocidas como mitocondria, donde el combustible celular se oxida para proveer energía. Las mitocondrias controlan el proceso de apoptosis (la muerte programada de células anormales) que es la principal defensa del cuerpo contra el cáncer. Según Becker, es aparente que el mecanismo de vigilancia celular es incapaz de diferenciar entre una célula cancerosa y una célula que es reperfusada con oxígeno, generando un cambio que hace que la célula muera.
Con esta revelación vino otra: el procedimiento estándar de las salas de emergencia está al revés. Cuando una persona que sufre un ataque cardíaco recibe RCP inmediato, se mantiene la circulación hasta que puede ser revivido en el hospital. Pero en la mayoría de los casos, la atención no es inmediata, y para el momento en que el paciente llega al hospital, su cuerpo ha pasado 15 minutos o más con el corazón detenido. ¿Qué es lo que se hace entonces? Se provee de oxígeno al cuerpo. “Sacudimos el corazón con las palas, le damos epinefrina para forzarlo a latir, y le damos más y más oxígeno” dice Becker. El músculo sediento de oxígeno es inundado de golpe, provocando justamente la situación que lleva a la muerte de las células. Becker sugiere que deberían apuntar a reducir la respuesta de oxígeno, aminorar el metabolismo y ajustar la química de la sangre para que la reperfusión sea gradual y segura.
Claro que llevar eso a cabo no es sencillo, y los investigadores están trabajando en la mejor manera de hacerlo. Hasta el momento se ha realizado un estudio en cuatro hospitales, que mostró una tasa de éxito notable en el tratamiento de ataques cardíacos repentinos. La aproximación incluía, entre otras cosas, una infusión de sangre cardioplégica para mantener el corazón en un estado de animación suspendida. Los pacientes fueron tratados con un bypass cardiopulmonar para mantener la circulación al cerebro hasta que el corazón pudiera ser reactivado con seguridad. El estudio se realizó con sólo 34 pacientes, pero el 80% de ellos fue dado de alta.
Becker considera también aminorar las reacciones químicas disparadas por la reperfusión a través de la hipotermia (reducir la temperatura corporal de 37 a 33 grados centígrados). En busca de enfriar la sangre rápidamente, ha desarrollado una mezcla de sal y hielo inyectable, que espera sumar al kit estándar de emergencias.
“En un departamento de emergencias trabajas como loco por media hora en alguien cuyo corazón se ha detenido, y finalmente alguien dice, ‘no creo que podamos traerlo de vuelta’, y luego simplemente te detienes” dice Becker. “El cuerpo en la camilla esta muerto, pero sus trillones de células siguen vivas”. Becker se empeña en resolver esa paradoja a favor de la vida.