Lamentablemente, los políticos de turno insisten en implementar mecanismos como los controles migratorios para «estimular» el desarrollo de empleo local, pero por conveniencia deciden ignorar a ese gigantesco elefante en la sala que es la automatización. Quienes deseen conocer de cerca a lo que nos espera en el futuro sólo deben observar la fábrica de la Changying Precision Technology Company. Esta compañía reemplazó al 90 por ciento de sus empleados con robots, una estrategia que le permitió aumentar su producción en un 250 por ciento, y reducir defectos a un 5 por ciento.
Todas las grandes compañías están pensando de un modo u otro en hacer algo similar. Robótica, drones, aprendizaje de máquinas, redes neurales, inteligencia artificial, coches autónomos… al final del día comparten un objetivo común, y es lograr que un ordenador reemplace de manera definitiva a un ser humano en su trabajo. Esto no se va a detener. Los procesos de automatización se volverán más robustos, más económicos, y más eficientes. Instalar robots será la nueva carrera armamentista entre los competidores, y quienes logren golpear primero tomarán una ventaja considerable. Las razones son tan obvias que ya no tiene sentido discutirlas: Un robot no come, no duerme, no se enferma, no se lesiona, no tiene cargas tributarias, no se sindicaliza, trabaja las 24 horas, no se toma vacaciones ni fines de semana. Un mantenimiento mínimo y la ocasional reparación siempre lo dejarán a punto. Y si creen que exagero… viajemos a China.
La Changying Precision Technology Company, cuya fábrica se encuentra en la ciudad de Dongguan, está dedicada a la producción de teléfonos móviles. Los primeros reportes se remontan al año 2015, o sea que llevan más de un año y medio en esto, pero en su momento la fábrica tuvo 650 empleados. Hoy posee apenas 60, y esperan que en el futuro ese número pueda ser reducido a 20. La clave es una serie de 60 brazos robóticos distribuidos en diez líneas de producción. Dependiendo de la tarea, cada brazo robótico reemplaza entre seis y nueve personas, y los humanos restantes en la planta se dedican a supervisar.
Antes de la automatización, la fábrica producía unas ocho mil piezas por persona-mes, pero ahora se ubica en 21 mil piezas, poco más del 250 por ciento de aumento. Por el lado de los defectos, el promedio era del 25 por ciento entre los empleados humanos, pero con los robots quedó debajo del 5 por ciento. Y para ser honestos, apenas han comenzado. La iniciativa «Made in China 2025» buscará aumentar drásticamente el número de fábricas automatizadas, y nadie duda de que otros países seguirán la misma ruta. Así es como llegamos a la tan «delicada» discusión (de acuerdo a los políticos) sobre la renta básica universal. Se están acabando las excusas.