Superar la velocidad de la luz es un objetivo crítico si la humanidad quiere pensar en una supervivencia a largo plazo. Los desarrollos sobre el llamado “Impulsor Alcubierre” aún deben saltar muros muy altos para la física actual, pero en 2012, el físico de la NASA Harold White reveló cómo se vería una nave espacial basada en esa tecnología. Hoy, nos encontramos con una versión revisada… y es espectacular.
El problema no es quebrar la barrera de la luz, sino quebrarla con un margen considerable. Por sí sola, la velocidad de la luz no nos sirve de mucho si queremos aplicarla al viaje espacial. Un viaje a Plutón en su afelio tomaría casi siete horas, y los números son aún más deprimentes si miramos hacia el sistema Alfa Centauri, ubicado a 4.37 años luz. Por suerte, el trabajo del físico mexicano Miguel Alcubierre nos permite dejar abierta una pequeña ventana a ese sueño de la ciencia ficción que conocemos por tecnología FTL, o sea, un motor capaz de alcanzar una velocidad más rápida que la luz. Los requerimientos de energía originales eran escalofriantes, pero después apareció Harold White de la NASA, y junto con su equipo, logró que la teoría detrás del Impulsor Alcubierre (o Motor Alcubierre si lo prefieren así) sea mucho más razonable, dando inicio al desarrollo de una variante.
En noviembre de 2012, se publicaron algunas impresiones artísticas enfocadas en una nave espacial que utilice a esta teórica tecnología. Un año y medio después, White decidió revisar el diseño y apelar al talento del artista Mark Rademaker para crear una versión más realista de la nave. El nombre, muy apropiado dicho sea de paso, es “IXS Enterprise”, y los cambios más importantes del diseño buscan reducir el tamaño de la burbuja warp para desplazar a la nave, lo que también reduce la cantidad de energía necesaria. La clave está en posicionar el módulo principal “dentro” de los anillos, y no en la parte “frontal” (asumiendo una designación previa y arbitraria).
Y por favor, queremos que hagan esto ya. Bueno… ese es el fan de la ciencia ficción hablando. El científico en todos nosotros sabe muy bien que probablemente no haya avances tangibles en muchos, muchos años. Aún así, White deja una ficha sobre la mesa, y estima que se podría llegar a ver algo como esto “en nuestras vidas”. Me gustaría decirle al amigo White que ya soy parte de la generación “30 plus”, y que el supuesto futuro me ha defraudado más veces de las que puedo contar. Sin embargo, él es el que está trabajando en esto, y si piensa que existe una posibilidad remota, bueno… espero en verdad que lo logre.
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