Es posible que tú también lo hayas pensado alguna vez. Los esfuerzos destinados a llenar los campos de batalla con robots inteligentes armados hasta los dientes no son, para decirlo diplomáticamente, una de las mejores ideas que han tenido los generales últimamente. Sin embargo, hasta ahora, ningún militar había cuestionado esta moda.
En Neoteo hemos comentado noticias relacionadas con este tema innumerables veces. Responsables de los ejércitos norteamericanos, coreanos, israelíes y algunos otros, han gastado fortunas para poner a punto maquinas de matar automáticas. Con el humanitario propósito de evitar bajas (propias), se han desarrollado robots que eventualmente podrían reemplazar a un soldado en el campo de batalla. Y si bien por ahora todos los modelos que hemos visto necesitan de un titiritero humano que tome por ellos las decisiones más complejas, sabemos que tarde o temprano la tecnología hará posible que estos cacharros se valgan por sí mismos para hacernos papilla. Pero hay algunos militares que consideran esta tendencia, lisa y llanamente, una estupidez.
Un grupo compuesto por cinco Sargentos Mayores del ejercito norteamericano, que entre todos suman mas de 140 años de servicio y 100 meses destacados en zonas de guerra como Irak y Afganistán, en el marco de una conferencia sobre armamento, han declarado que reemplazar a los soldados humanos por robots autónomos es “una estupidez”. Se ve que al menos algunos de los responsables de las guerras conservan una dosis de sentido común.
Jeffrey J. Mellinger, uno de los cinco Sargentos mencionados, dice que en la actualidad ya confiamos en maquinas “autónomas”. De hecho, mucha de la información que se utiliza en el campo de batalla proviene de satélites que son autónomos. Pero una cosa es confiar en una maquina para que diga si hace frío o calor, o te muestre una fotografía de alta resolución del terreno en que te encuentras, y otra muy distinta es confiar en unos cuantos kilogramos de chatarra armada hasta los dientes tomando decisiones en el frente.
“La idea de tener un pedazo de tecnología custodiando las fronteras es maravillosa, pero ¿qué va a hacer esta máquina cuando alguien intente atravesarla? Hay decisiones que deben tomarse, como decimos, con las botas sobre el terreno. Algún humano va a tener que ir a investigar qué ha ocurrido“, dice Mellinger.
Según Philip Johndrow, que también es parte del Ejército de los EE.UU., “el no disponer de la presencia humana necesaria para digerir la información e interactuar con otras personas sobre el terreno, nos va a meter en problemas“. La idea de los robots o vehículos autónomos es muy atractiva, pero en la práctica, puede que solo funcione en un ambiente de laboratorio perfectamente controlado. Mellinger, un veterano de la guerra de Iraq y que ha servido en el Ejército desde que se alistó en 1972, utiliza el ejemplo de la incertidumbre a la que se somete el operador de un UAV (avión no tripulado) cuando vuela alto y no puede distinguir si lo que tiene debajo es un amigo o enemigo. “Se puede tener un robot en el cielo que detecte a alguien en el piso, con un AK-47, jeans azules y una camiseta. Pero alguien va a tener que ir a determinar qué está pensando, qué está haciendo, por qué está allí, cuál es su nombre y quién lo ha enviado”. En otras palabras, hace falta un soldado de verdad cuando hay que tomar una decisión.
Para estos Sargentos, la idea de llenar los campos de batalla de robots autónomos armados es demasiado arriesgada. “Creo que es uno de esos casos en que siempre habrá un soldado como parte de la ecuación”, dice. Quién sabe, quizás sus ideas sean escuchadas y este disparate de armar a máquinas automáticas se deje de lado antes de que sea demasiado tarde (aunque haya quienes aseguren que los robot serán más éticos que los humanos)