En general, el aspecto de los edificios tiende a ser protegido de diferentes formas, y todo cambio radical es evaluado con mucho cuidado. Sin embargo, eso no parece importar en el caso de Söder Torn, uno de los edificios residenciales más altos de Estocolmo. El proyecto “Strawscraper” se presenta como una extensión para el Söder Torn, compuesta por una gran cantidad de “pelos” piezoeléctricos que producen electricidad cuando son agitados por el viento. El sistema es silencioso, no afecta a la vida salvaje, y puede ser aplicado en casi cualquier construcción.
¿Debemos ser más responsables a la hora de consumir energía, o reutilizar la infraestructura ya disponible para generar aún más? No quedan dudas de que lo ideal sería hacer las dos cosas al mismo tiempo, pero se trata de una ecuación que debe ser balanceada con mucho cuidado. Un exceso de energía nos lleva al derroche, mientras que políticas de consumo demasiado austeras también causan problemas. Esto puede hacerse más evidente en los edificios llamados “de energía cero”. El concepto de “energía cero” debe ser estudiado desde el comienzo mismo de la construcción, mientras que el factor de consumo de los ocupantes también resulta crítico para que esa “energía cero” sea realmente cero. Ahora, ¿cómo se podría lograr que un edificio convencional pase a ser de energía cero, o quede muy cerca de esa descripción? Instalar paneles solares es una opción clásica, pero lo que encontramos hoy son… pelos.
Bueno, no “pelos” en el sentido estricto de la palabra, sino que se trata de fibras piezoeléctricas, que vistas de lejos nos dan la sensación de que le ha crecido cabello al edificio. Esta tecnología es aplicada en el proyecto Strawscraper, desarrollado por los Laboratorio Belatchew. El proyecto utiliza como punto de referencia a Söder Torn, una torre residencial de 26 pisos finalizada en 1997. La torre había sido diseñada con cuarenta pisos en mente, por lo que Strawscraper propone dar a la torre aquella altura original utilizando una estructura especial, cubriendo la parte superior y las paredes externas con estas fibras piezoeléctricas. Al ser agitadas por el viento, las fibras generan electricidad, convirtiendo a Söder Torn en una planta de energía eólica en el medio de la ciudad.
Strawscraper no tiene restricciones en cuanto a velocidades mínimas de viento, y no tiene impacto alguno sobre la vida salvaje, dos puntos que son usados con mucha frecuencia a la hora de criticar a las turbinas de viento convencionales. Lamentablemente, no hay información específica sobre la potencia final del edificio, pero debería ser suficiente para que alcance la marca de “energía cero”. Ahora, ¿qué opinas? ¿Vivirías en un edificio cubierto de fibras que genera su propia electricidad? Probablemente haya arquitectos y diseñadores que huirán espantados ante la idea, pero si el edificio ya está allí, ¿por qué no usarlo para algo más?