Un fósil descubierto en China permite deducir definitivamente la evolución de las manos de los dinosaurios hacia las alas de las aves actuales. Una observación detallada del animal muestra un paso intermedio en la transformación de los dedos que no había sido descubierto hasta ahora. La cadena de evidencias paleontológicas se hace abrumadora y con este nuevo hallazgo se va cerrando el círculo que tan magistralmente inició Darwin.
El rosario de evidencias que demuestran las teorías evolutivas no cesa de dar nuevas satisfacciones a la ciencia. Un nuevo dinosaurio del Jurásico que tenía pico y se alimentaba de plantas se agrega a la colección de terópodos que representan la evolución de estos animales hasta llegar a las aves modernas. Se le ha bautizado como Limusaurus inextricabilis , que quiere decir "el lagarto que no se pudo escapar del barro”, nombre que refleja con mucha precisión lo que le sucedió a este ser que encontrado en depósitos de hace 159 millones de años en Xinjian, al noroeste de China. Este pobre bicho, que tuvo que morir horriblemente atrapado en el barro para que nosotros pudiéramos descubrir su fósil y estudiarlo, presenta unas peculiaridades que indican cómo se produjo la evolución de sus miembros hacia la mano de tres dedos de las aves, ahora prácticamente oculta en las alas.
Esto lo explican en Nature sus descubridores, el chino Xu Xing y el estadounidense James Clark, que son expertos del Instituto de Paleontología Vertebrada y Paleoantropología de Beijin y de la Universidad de Washington, respectivamente. «Este descubrimiento es fascinante, porque cambia lo que pensábamos sobre las manos de los dinosaurios. También es sorprendente encontrar una relación entre huesos de hace millones de años y las moléculas de las aves actuales», señala eufórico Xu Xing.
Los terópodos han sido reconocidos por la ciencia como los antecesores de las aves actuales, aunque se mantenían ciertas dudas porque aún no había aparecido el “eslabón perdido” entre unos y otros. Los terópodos conocidos poseían cinco dedos, pero los tres primeros estaban más desarrollados que los dos restantes. Por otro lado, los estudios de embriones de pájaros mostraban que las alas proceden de la evolución de los tres dedos centrales. Algo no cuadraba. Sin embargo, según revela el nuevo hallazgo, el misterio se ha resuelto puesto que se puede ver en los fósiles que, a través de los siglos, el Limusaurus fue perdiendo algunos de los dedos de esas patas delanteras. Primero perdieron el dedo exterior (como el meñique) y, luego, el dedo interior (el pulgar) quedando solo tres dedos. De esos dedos restantes fue de donde se originaron las alas. "Antes se creía que el primero, segundo y tercero dedo eran los que habían permanecido, pero encontramos que en realidad es el segundo, tercero y cuarto los que permanecen", añadió el maestro en ciencias del Instituto de Geología de la UNAM.
Mientras que en las aves actuales se confirmó que los dedos “supervivientes” a la evolución son el dedo índice, el mayor y el anular, en los dinosaurios terópodos los dedos que no desaparecieron eran el pulgar, el índice y el mayor. Esta era la incongruencia evolutiva que no permitía relacionarlos del todo. Sin embargo, con el descubrimiento del Limusaurus, la incógnita queda resuelta. «Este nuevo animal es fascinante en sí mismo y, cuando se coloca en el contexto evolutivo, ofrece pruebas interesantes acerca de cómo las manos de las aves han evolucionado», concluye el doctor James Clark.