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Un barrio alemán se venga de quienes orinan en público con pintura hidrofóbica

Pocas cosas son tan desagradables como acercarse a un lugar público y descubrir el aroma de las descargas pertenecientes a otro ser humano. El barrio de St. Pauli en la ciudad de Hamburgo se caracteriza por su zona roja y la constante diversión nocturna, pero los múltiples «llamados de la naturaleza» que sus visitantes atienden en cada pared han creado un problema crónico. ¿La respuesta? Un revestimiento hidrofóbico para regresar el favor.

En teoría, toda ciudad debería contar con una estructura de sanitarios públicos, pero en la práctica, la historia es muy diferente. Una persona en control de sus facultades biológicas puede simplemente aguantarse o un rato, o hacer una breve visita a instalaciones equipadas (por ejemplo, centros comerciales) que le permitan salir del apuro. Sin embargo, si esa persona ha ingerido una cantidad significativa de alcohol, lo más probable es que sienta la necesidad de descargar medio Océano Atlántico. Multipliquemos esta situación por 20 millones, que es la cantidad de visitantes por año que recibe el barrio St. Pauli, en la ciudad de Hamburgo. Reconocido por sus bares, clubes y cierta zona roja de amplia reputación, St. Pauli enfrenta un desafío muy particular: Evitar que lo conviertan en un urinario gigante.

 

Con eso en mente, el grupo comunitario IG St. Pauli decidió recurrir a una solución tecnológica. Después de localizar los puntos más conflictivos (algunos hogares expuestos, paredes, postes, túneles de acceso, etc.) decidieron cubrirlos con Ultra-Ever Dry, un revestimiento hidrofóbico que hemos mencionado en el pasado. La idea es que el «transgresor» reciba la sorpresa de ver rebotar su orina contra la pared, y terminar cubierto con ella. En la comunidad han intentado realizar advertencias y aplicar multas, pero nada de eso funcionó hasta ahora. Algunas de las paredes tienen carteles de alerta sobre el efecto hidrofóbico, pero otras no, a lo que más de uno responderá con un colorido insulto, y pantalones mojados.

Como era de esperarse, la opinión sobre este mecanismo de defensa se encuentra un poco dividida. Los residentes de St. Pauli fueron muy positivos al respecto, ya que están cansados de que sus calles y plazas se hayan transformado en baños improvisados, mientras que los dueños de los establecimientos nocturnos sienten algo de preocupación porque aquellos que causan el problema en primer lugar son los mismos que gastan millones de euros al año en bebidas, fiestas, y la «compañía» de algunas damas. Dejando eso a un lado… no podemos negar que es ingenioso.

Escrito por Lisandro Pardo

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