Un grupo de científicos de la canadiense universidad de York puede haber encontrado la solución al viejo sueño de la humanidad: alcanzar el espacio mediante el uso de una escalera. Los especialistas sugieren que podría construirse un ascensor espacial utilizando una gran cantidad de globos rellenos de gas, conformando una estructura flexible, segura y liviana. Los modelos muestran que es posible construir “escaleras inchables” de hasta 20 kilómetros de altura.
La idea de construir un ascensor espacial lleva varias décadas circulando entre los científicos, desde que el famoso escritor Arthur Clarke utilizara el concepto como parte del argumento de una novela escrita en 1978 llamada The Fountains of Paradise (Fuentes del paraíso). La idea,básicamente, consiste en construir alguna clase de torre que posea un extremo fuertemente anclado en la Tierra (aunque algunos proponen montarla sobre grandes barcazas móviles) y el otro extremo a una altura suficiente como para que una “cabina de ascensor” de alta tecnología pueda subir y bajar astronautas, turistas y carga útil hacia y desde la órbita terrestre. Un artilugio como este desterraría para siempre el uso de cohetes como medio para llegar al espacio, y haría de los viajes espaciales algo prácticamente gratis y rutinario. Sin embargo, su construcción plantea enormes desafíos técnicos, sobre todo en los aspectos que hacen a los materiales necesarios para dar forma a la torre, que debería tener entre algunas decenas y cientos de kilómetros de altura.
Sin embargo, parece que gracias al trabajo de Brendan Quine, Raj Seth y George Zhu de la Universidad de York en Toronto (Canadá), el problema de la construcción del ascensor espacial podría resolverse sin la ayuda de mesomateriales o nanotecnología. Estos científicos aseguran que unos módulos neumáticos hinchables, construidos con la misma tecnología que hoy se utiliza en algunos subsistemas de las naves espaciales, se podrían montar y -con relativa facilidad- apilarlos para formar una torre de unos 15 o 20 kilómetros de altura. “Una torre hinchable gigante podría llevar a la gente al límite del espacio sin necesidad de utilizar un cohete, y podría completarse mucho antes que un cable capaz de servir de soporte al ascensor espacial”, afirman sus defensores en un artículo publicado en Acta Astronautica.
Quine, Seth y Zhu explican que si se construyese sobre la cima de una montaña adecuada, su “escalera al cielo” podría alcanzar una altura de unos de 20 kilómetros. Si bien es bastante menos que los 36.000 km necesarios para alcanzar la órbita geoestacionaria, una torre de esa envergadura resultaría muy útil para la investigación atmosférica, las telecomunicaciones o el lanzamiento de sondas espaciales. El turismo también podría sacar provecho de esta iniciativa, ya que la vista desde la parte superior de la torre seria sencillamente increíble, brindando a los afortunados viajeros un paisaje que se extendería a sus pies hasta unos 600 km de distancia.
Parece que el concepto imaginado por este equipo es viable, y que no se trata -como una lectura apresurada podría hacer creer – de un disparate fruto de una borrachera por partida triple. Los científicos imaginan el montaje de la estructura mediante una serie de módulos, cada uno construido a partir de tubos compuestos de polietileno y kevlar, inflados con un gas ligero, como el helio, para proporcionarle la rigidez necesaria. Según los autores, una torre de 15 km de altura construida de esta manera solo pesaría el equivalente a dos superpetroleros, y se mantendría en pie aun cuando un porcentaje importante de sus tubos se perforase.
Quedan varios temas por resolver. Por ejemplo, el tema de las tormentas o los vientos. Para que la torre no se convierta en una versión a gran escala de un parque de diversiones diabólico no apto para estómagos delicados, se necesita algún tipo de “control activo” entre los módulos destinados a contrarrestar los movimientos inducidos por el viento. A pesar de las dificultades, el concepto del equipo canadiense es uno de los mas razonables de los surgidos hasta el momento. Solo queda esperar para ver si algún día se construye o no.