La unificación de memorias es una especie de «Santo Grial» en la informática. A pesar de los avances disponibles, aún nos vemos obligados a separar la memoria en dos categorías: Volátil y rápida como la RAM, o persistente y lenta como el almacenamiento en SSDs y discos duros. El proyecto que logre combinar lo mejor de ambos mundos a un precio razonable iniciará una verdadera revolución en rendimiento, y uno de los más prometedores es UltraRAM, desarrollado por un grupo de científicos de la Universidad de Lancaster.
¿Por qué necesitamos algo así?
¿Por qué hay que cargar todos los programas una y otra vez al reiniciar un equipo? ¿Cuál es la razón por la que se pierde nuestro trabajo cada vez que hay un corte de electricidad? La palabra clave es volatilidad. La memoria RAM es un recurso fundamental en nuestros ordenadores, pero toda la información que almacena es temporal. En otras palabras, la memoria RAM carece de persistencia, y cuando la energía se interrumpe… *poof*.
Esta debilidad se «soluciona» con la memoria de almacenamiento: Discos duros, SSDs, pendrives y tarjetas SD, cinta magnética, incluso discos ópticos. Estos medios son estables y persistentes, pero pagan el precio con una velocidad mucho menor. Durante años, la industria ha tratado de desarrollar un gran comodín, una memoria universal que logre fusionar la velocidad extrema y los tiempos de acceso de la RAM con la persistencia del almacenamiento clásico. El último intento para lograrlo, es UltraRAM.
UltraRAM, o la búsqueda de la «RAM persistente»
La idea de UltraRAM no es del todo nueva, y los primeros datos se remontan a julio de 2019, cuando fue presentada como una solución para dispositivos IoT. Pero la gran novedad es su implementación en silicio, lo que podría dar lugar a su producción en masa. La gran promesa de UltraRAM es fusionar la velocidad, la eficiencia energética y la durabilidad de la RAM con una persistencia mínima de mil años para el almacenamiento de datos.
¿Cómo lo logra exactamente? El estudio publicado por un grupo de científicos en la Universidad de Lancaster no tiene nada de «liviano» por así decirlo, pero podemos extraer detalles como pozos cuánticos de arseniuro de indio, en combinación con barreras de antimoniuro de aluminio. El diseño del dispositivo es complejo, y en lo personal admito que tengo dudas sobre qué tan simple o económica será su fabricación, pero al mismo tiempo no deja de ser una versión inicial, y nada nos impide imaginar variantes optimizadas en el futuro… siempre y cuando salga del laboratorio.
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