La telepresencia ha alcanzado una posición de relativa estabilidad. Si dejamos a un lado las teleconferencias clásicas y el uso de smartphones, incluso se podría decir que los dispositivos alternativos ya cuentan con un diseño genérico, basado principalmente en robots semi autónomos con una pantalla o una tablet en la parte superior. Sin embargo, el investigador japonés Jun Rekimoto cree que podemos ir un paso más allá con ChameleonMask, una plataforma que reemplaza al robot con una persona de carne y hueso, que lleva en su cara una tablet. En otras palabras, un «Uber humano».
Si la memoria no me falla, el nombre del cómic es The Surrogates, escrito por Robert Venditti. En ese mundo futurista, la gente renunció a cualquier forma de interacción directa, y a la hora de realizar sus actividades diarias utiliza una serie de sustitutos robóticos, que trabajan como un sistema casi perfecto de telepresencia. Un ejemplo similar (aunque bajo un contexto completamente diferente) se desarrolla en la comedia Arrested Development. Allí, un asistente lleva una gorra bordada con la expresión «Surrogate», una cámara y un sistema de manos libres, quien sirve de representante remoto para el personaje de George Bluth, Sr., quien se encuentra en la cárcel. Toda la situación es absurda, pero al mismo tiempo, no deberíamos estar sorprendidos al saber que hay alguien allá afuera que se toma esta idea del «Uber humano» muy en serio…
Ese alguien es Jun Rekimoto, investigador de la Universidad de Tokio y director del Laboratorio de Interacción de Sony Computer Science Laboratories. El nombre oficial de su desarrollo es ChameleonMask, pero toda la Web se ha quedado con la expresión «Uber humano» debido a su impacto. Básicamente, ChameleonMask elimina al robot de los clásicos sistemas de telepresencia, y lo reemplaza con una persona real. Dicha persona carga con una «máscara digital», o sea, una especie de armazón en su cabeza (que puede ser un simple casco de motocicleta) con una tablet que presenta el feed en tiempo real del «usuario». El punto más importante que tiene ChameleonMask a favor es que elimina de raíz todas las limitaciones asociadas a los robots de telepresencia tradicionales (digamos, usar el transporte público, subir una escalera o abrir una puerta).
Las pruebas de Rekimoto y su colega Kana Misawa sugieren que la experiencia es mucho más natural de lo que esperaban, en especial cuando el sustituto posee una contextura física similar a la del usuario original. Por otro lado, no podemos ignorar del todo al potencial de ChameleonMask como nueva fuente de trabajo. Ahora… algo me dice que el Uber humano probablemente sea exclusivo de territorio japonés, a menos que aparezca una variante más agradable en lo estético, que no involucre un casco con un iPad como cara.