O por lo menos eso es lo que dice un estudio reciente llevado a cabo por el Laboratorio de Interacciones Humanas Virtuales (VHIL) en la Universidad de Stanford, en asociación con la Fundación Nacional de Ciencia (NSF). Según el estudio llevado a cabo por Jeremy Bailenson, ver a nuestro avatar hacer ciertas cosas o que nos muestre una versión diferente de nosotros mismos, podría dirigir nuestras acciones en ciertas direcciones específicas.
Como seguramente estarás enterado, un avatar es una imagen que utilizamos para representarnos en un mundo virtual. Ya sea un personaje en un juego o una imagen en un chat. Con el crecimiento de los juegos en línea, las posibilidades para crear un avatar detallado han aumentado y hoy podemos editar cada aspecto que queramos. Un estudio llevado a cabo por el Laboratorio de interacciones humanas virtuales en la Universidad de Stanford, cree que a medida que pase el tiempo, los avatares tendrán más efecto sobre nuestras personas reales.
El líder de este proyecto es Jeremy Bailenson y creó distintas pruebas para comprobar su teoría. Por ejemplo, tomó imágenes de varios estudiantes universitarios y utilizó un algoritmo para envejecer la imagen. Luego de que jueguen un rato con su versión anciana, les dieron dinero para que gasten en lo que quieran y, la mayoría, decidió guardarlo para la posteridad. Otra prueba, superponía una imagen de una persona sobre un modelo 3D y, mediante un equipo de realidad virtual, les pedían que hagan ejercicio. Cuando la persona se movía, el avatar bajaba de peso, pero cuando se quedaba quieto, engordaba. El resultado fue que 24 horas después, las personas ejercitaban más después de verse correr en el ambiente virtual.
Según explica Bailenson: “El poder viene de verte a ti mismo, en tercer persona, ganando o perdiendo peso dependiendo de tu propio comportamiento físico.” Estos mismo investigadores, creen que nosotros preferimos a gente que se parece a nosotros —¡qué novedad!—, aunque llegaron a la conclusión de una manera drástica. En 2004, cambiaron imágenes de candidatos presidenciales, con ciertos aspectos físicos de los participantes y, a la hora de elegir entre los dos, terminaban eligiendo a la versión híbrida de estas personas.
Sin dudas los avatares son capaces de afectar inconscientemente ciertos aspectos de nuestra vida, pero creemos que es mucho más interesante estudiar las decisiones que tomamos en los juegos con la libertad moral que nos ofrece el avatar, más que su apariencia física. Este estudio, así como está presentado, no parecería decir nada nuevo. ¿Tú qué crees?