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Trasplantes de cabeza, más cerca de la realidad

Desde las decapitaciones más salvajes de la prehistoria a los cánceres cerebrales de la modernidad, pasando por 100 años de cine y 2000 de literatura, el trasplante de cabeza ha tenido diversos comentarios y teorías, pero siempre se ha manejado como una fantasía científica irrealizable por su complejidad. La complicación fáctica deviene de las millones de fibras nerviosas que habría que reconectar, con un margen de error extremadamente pequeño, especialmente en lo que refiere a la fusión de la médula espinal. Sin embargo, un científico italiano acaba de publicar una investigación en la que explica teóricamente por qué los trasplantes de cabeza están más cerca de la realidad.

En laboratorios de todo el mundo el trasplante de cabezas se viene pensando con mucha dedicación, en especial porque podría ser una forma mucho más definitiva de tratar con desfiguraciones faciales, cánceres cerebrales y muchas otras patologías y traumas asociados a nuestro cráneo y a lo que contiene. Actualmente se ha podido responder sólo a los trasplantes de rostro, que ya se están volviendo comunes dentro de su rareza procedimental. Por su parte, el trasplante de cabeza siempre ha sido una posibilidad en términos teóricos, pues así como un corazón tiene la potencialidad de adaptarse a un cuerpo ajeno, el cerebro no resulta un órgano con algún tipo de exclusividad física. Lo complicado son las conexiones a las que habría que atender, pues la conexión de la cabeza con el torso está mediada por la médula espinal, el tejido nervioso más importante del cuerpo humano, con una sensibilidad indescriptible.

En animales funcionó; más o menos

Cuando los científicos experimentaban con animales (esto se hace desde 1970), los  resultados de los trasplantes de cabeza eran positivos en términos de recepción y adaptación a los órganos vitales, que podían volver a ser controlados por el animal sin problemas. El problema que surgía hasta ahora es que la médula espinal nunca podía ser fusionada de una manera que le permitiera al animal volver a caminar o moverse del cuello hacia abajo. Según el científico italiano Sergio Canavero del Turin Advanced Neuromodulation Group, las nuevas técnicas de re-conexión de médula espinal que son quirúrgicamente cortadas (en medio de una operación, con cortes programados) podrían dar una esperanza a los médicos que hasta ahora descartan este tipo de procedimientos como algo posible ante la presencia de un receptor y un donador.

La idea de Canavero

El procedimiento que Canavero propone es similar al utilizado por Robert White, quien trasplantó con éxito la cabeza de un mono rhesus en el cuerpo de un segundo Rhesus, en 1970. En primer lugar, los pacientes deben estar en el mismo quirófano. Entonces la cabeza a ser trasplantada debe ser enfriada a una temperatura entre 12°C y 15°C. Moviéndose rápidamente, y con el cuerpo del donante sufriendo un arresto cardíaco total e inducido, los cirujanos deben quitar las dos cabezas al mismo tiempo y reconectar la cabeza del receptor de cuerpo, al cuerpo del donante, en menos de una hora. Una vez que la cabeza está conectada al cuerpo, el corazón puede volver a ser re activado y los cirujanos deberán proceder a reconectar otros sistemas vitales, como la médula espinal.

La medúla espinal, la última barrera

Aquí es cuando el paper de Canavero se introduce en la teorización, pues la reconexión de la médula jamás se intentó; ni siquiera en animales. Donde sí ha tenido un tímido suceso la  reconexión de médula espinal fue en el mismo animal, algo que se volvió a lograr en las últimas semanas con ratas a través de la reconexión por los mecanismos naturales de sanado del cuerpo. La propuesta de Canavero es diferente: Al cortar la médula espinal con un cuchillo quirúrgico ultra filoso y luego conectar mecánicamente la médula espinal de la cabeza de una persona con el cuerpo de otra persona, la conexión podría ser inmediata y más completa, ya que los axones próximos en cada una de las puntas resultantes del corte se fusionarían usando un método donde actúan los fusógenos /selladores que se encargarían de reparar las membranas celulares dañadas por el corte. Por último, Canavero plantea la hipótesis de que los plásticos como el polietilenglicol (PEG) se podrían utilizar para llevar a cabo esta fusión.

Complicaciones económicas y bioéticas

Como el tipo de operación sería de una complejidad y sensibilidad que hoy se nos escapa a la práctica cómun, el costo de cada trasplante de cabeza podría ser de al menos 10 millones de euros. Tal y como estás pensando en este momento, el debate bioético que se desprende de todo esto es más grande que la cantidad de años que nos separan todavía de un procedimiento como este, pero es algo que nos debemos para el futuro próximo en pos de estar mejor preparados a no perder la cabeza de la humanidad.

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Escrito por Nico Varonas

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