Los animales se extinguen de cien a mil veces más rápido de lo normal. Para que te des una idea de la gravedad del problema: el 23% de las especies de mamíferos está bajo amenaza y en apenas 20 años se han extinguido 27 especies.
Veintisiete especies se han declarado oficialmente extinguidas en los últimos veinte años. Esto es un ritmo de pérdida de biodiversidad de cien a mil veces mayor que el que ocasionaría el proceso natural de extinción de animales y plantas. Hace poco te mostrábamos el TOP TEN de animales extintos hace millones de años, todos por causas “naturales”. La lista de hoy está compuesta mayormente por especies que, directa o indirectamente, se han extinguido como resultado de la actividad humana.
Delfin de Rio Chino (Lipotes vexillifer)
Una de las especies extintas más recientemente. Esta variedad de delfines emigró desde el Océano Pacifico al río Yangtze hace unos 20 millones de años. En épocas de la dinastía Han “Erya” había unos 5000 especímenes en el rio.
En 1979 China lo declaró en peligro, y en 1983 se decreto que su caza era ilegal. Para 1986 la población total se estimaba es unos 300 individuos, y en 1990 unos 200. Su número siguió decreciendo rápidamente, sobre todo con la construcción de la Represa de las tres Gargantas, que alteró de manera irrecuperable el hábitat de este delfín. En 1998 solo se pudieron encontrar 7 ejemplares, y los científicos especularon con poder salvarlos moviéndolos a un lago cercano para luego llevarlos nuevamente al río cuando sus chances de sobrevivencia fuesen mayores. Pero una expedición que recorrió el rio de extremo a extremo en 2006 no pudo hallar ni uno de estos delfines, por lo que se los considera oficialmente extintos. La Fundación de Conservación de Wuhan “Delfín Baiji”, fundada en diciembre de 1996 gastó alrededor de u$s 100.000 para la preservación de células in vitro, por lo que quizás algún día lo podamos ver nuevamente.
Tigre de Tasmania (Thylacinus cynocephalus)
Este mámifero, también conocido como lobo de Tasmania, talacino, lobo marsupial o Tigre de Tasmania era un carnívoro marsupial nativo de Australia. El último ejemplar que se capturó vivo fue vendido al Hobart Zoo de Tasmania en 1933 murió en 1936. Recién entonces el Gobierno de Tasmania lo declaró “especie protegida”, pero ya era demasiado tarde.
El tilacino tenía un gran parecido con los cánidos de otros continentes, a pesar de no estar emparentado con ellos. Al igual que los canidos, era un carnívoro adaptado a la captura de presas de tamaño pequeño o mediano. Tenía un cuerpo estilizado, patas finas y cola delgada. Su pelaje era corto con rayas negras o marrones en la parte trasera, de ahí el nombre de “tigre”. Las mandíbulas podían abrirse hasta extremos asombrosos, casi como las de un reptil, y estaba dotada de 46 dientes.
Antes de la llegada de los colonos ingleses y los dingos, el tilacino no tenía competencia, pero no pudo hacer frente al nuevo competidor. Los ataques a los rebaños de ovejas hizo que los pastores y el propio gobierno colonial los considerarlos alimañas necesarias de exterminio. Y lo lograron antes de la primera mitad del siglo XX.
Quagga (Equus quagga quagga)
Esta especie de cebra se extinguió completamente en Sudáfrica aproximadamente en 1870. Tenía un pelaje pardo rojizo (sin rayas) en el lomo y cuartos traseros, y de rayas negras en cara, cuello, costados y crines, como tienen las demás cebras. El vientre y las patas eran enteramente blancos. Semejante pelaje hizo que en 1788 se lo clasificara como una raza aparte. Los quaggas vivían en manadas en el sureste de Sudáfrica. Su nombre procede de la lengua de los Khoi y es una básicamente una adaptación del ruido característico emitido por el animal.
Los quaggas fueron cazados por los primeros colonos holandeses, para aprovechar su carne y piel. A mediados del siglo XIX se mataron miles de ejemplares como parte de un plan de exterminio de animales salvajes. Esta política tenía como objetivo aprovechar las tierras donde pastaban los quaggas para alimentar ganado doméstico. La población de estos animales descendió rápidamente, y el 12 de agosto de 1883 murió el último quagga que vivía en cautividad en el zoo de Ámsterdam, extinguiéndose definitivamente la subespecie.
Su ADN, estudiado en el Smithsonian probó que quagga era una subespecie de la cebra de planicie, que se definió como raza entre 120 y 290 mil años atrás. Hoy solo queda una fotografía de este animal, tomada en 1870 en el zoo de Londres.
Oso del Atlas (Ursus arctos crowtheri)
El oso del fue una subespecie de oso pardo. Habitaba en la cordillera del Atlas, desde Túnez a Marruecos. Se trata del único oso que habito África en épocas recientes, adonde llegó desde Oriente en el Pleistoceno.
Tenía un tamaño mucho menor que otros osos pardos y un morro más chato. Su pelaje era oscuro, prácticamente negro, en el dorso y rojizo en las patas y los costados. Algunos textos romanos lo mencionan como “abundantes” en la cordillera del Atlas, una región que en esa época estaba cubierta por bosques de pinos. Incluso puede verse representado en mosaicos romanos de esa época, y posiblemente haya sido usado en los espectáculos del circo romano.
La caza y la destrucción de su hábitat natural prácticamente lo habían exterminado para cuando se estudió científicamente por primera vez. Hacia 1830, el rey de Marruecos tenía un ejemplar en cautividad, y el último informe de un avisaje de uno de estos osos fue en 1867, cerca de Edough, en la frontera entre Marruecos y Argelia.
León del Cabo (Panthera leo melanochaitus)
Este león de 250 kilos de peso era la más grande de las que en territorio sudafricano. Vivía en la zona de las llanuras herbáceas del Karoo, al suroeste de Sudáfrica. A menudo se culpa de su extinción a los colonizadores holandeses (los “bóers”), pero se sabe que los verdaderos responsables de su exterminio fueron los ingleses. A principios del siglo XIX comenzaron a cazarlo indiscriminadamente, en parte por deporte y en parte como represalia a sus ataques al ganado. Después de muchos esfuerzos y bala, lograron exterminarlo a mediados de la década de 1860.
Los machos más grandes pesaban hasta 250 kilos y las hembras “solo” 180 kilos de peso. Los machos tenían una densa melena negra que se prolongaba parcialmente por el vientre. Estos leones no eran muy abundantes por lo que no formaban manadas, sino que llevaban una vida solitaria como depredadores oportunistas. Pronto vieron a los animales domésticoscomo presas fáciles, y llegaron al extremo de escalar las empalizadas de los asentamientos europeos. El Castillo de Buena Esperanza se construyo justamente precisamente para evitar sus ataques. El último león del Cabo murió en manos de un tal general Bisset , que le dio caza en 1865 en Natal.
Codorniz de Nueva Zelanda (Coturnix novaezelandiae)
Conocida como Koreke en lengua maorí, es un ave que debería figurar en el libro de los records. El primer espécimen fue capturado en 1827, y los últimos ejemplares fueron cazados entre 1867 y 1868. Físicamente, macho y hembra eran similares en aspecto, aunque el tamaño de la hembra era menor. El primer científico en describirla fue Joseph Banks, que visitó las islas en el primer viaje de Cook. Se cree que abundaba en 1865. La extinción fue (¡cómo no!) fruto de la introducción de animales foráneos por británicos: ratas, cerdos, etc. Por supuesto, los colonos también colaboraron dándole caza para aprovechar su carne.
Alca gigante (Pinguinus impennis)
Fue la especie más grande de las alcas, hasta que fue extinguido en 1844. Se la conocía como “alca imperial”, “gran pingüino” o simplemente “pingüino”. Fue muy abundante en la época romana a lo largo de las costas del Océano Atlántico, desde Florida a Groenlandia, incluyendo Islandia, Escandinavia, las Islas Británicas, Europa Occidental y Marruecos. También podía encontrarse en todo el Mar Báltico y al oeste del Mar Mediterráneo. Los ejemplares adultos median alrededor de un metro de alto, y su plumaje era negro en las alas y la espalda, cuello y cabeza. A los lados de ésta destacaban dos manchas blancas, lo que les dio el nombre: pen gwyn significa precisamente “cabeza blanca” en gaélico. Las patas eran oscuras y palmeadas. Su pico, que utilizaba para cazar bajo el agua muy robusta. El rasgo más distintivo de estas aves era su incapacidad para volar y su adaptación al buceo.
Justamente su incapacidad de volar, y lo sabroso de sus huevos significo su fin: víctimas de la caza indiscriminada, a finales del siglo XVI el alca gigante ya había desaparecido de la Europa continental y en América del Norte sólo abundaba al norte de Nueva York. En 1758 era un animal sumamente raro y hacia 1800 solo podía verse en Islandia. Cuando dos barcos arribaron a Islandia en 1808 y 1813, en la época en del año en que ponían sus huevos, se sello su suerte. La última pareja viva de estos animales se vio el 2 de Junio de 1844.
Tigre persa (Panthera tigris virgata)
El tigre persa también se conocía como “tigre del Caspio”. Habitaba la región comprendida por la península de Anatolia, el Cáucaso, el Kurdistán, norte de Irak e Irán, Afganistán y gran parte de Asia Central (hasta Mongolia). Esta subespecie de tigre fue la tercera más grande, después del tigre siberiano y de bengala. Su pelaje era amarillo o dorado, con zonas blancas en costados y cara. Las rayas tenían un color marrón y en invierno el pelo crecía para soportar el frío de las montañas de Asia. Esto le proporcionaba una característica “barba” en la zona de las mejillas y la garganta. Los machos pesaban entre 169 y 240 kg, con una longitud de 2.65 a 2.95 metros.
Las fuertes patas estaban rematadas por unas garras excepcionalmente largas, más grandes que las de cualquier otro tigre. Por término medio, una tigresa del Caspio tenía una camada cada 3 o 4 años, siendo la esperanza de vida de cada individuo de unos 10 o 15. Con el progresivo aumento de la población humana, el tigre redujo su área de ocupación. Cuando los zares de Rusia ocuparon las tierras fronterizas de Asia Central y el Cáucaso se ordenó al ejército que se asegurase de exterminarlo, labor que completó en poco tiempo. La deforestación producida por los colonos se encargo de los que sobrevivieron al exterminio. El último avistamiento se produjo en Tadjikistán en 1961.
Coquí dorado (Eleutherodactylus jasperi)
El coquí es una diminuta rana que habitaba en Puerto Rico. Recibió este nombre por la llamada de dos notas que hacen los machos, que suena justamente como “co” – “quí”. La hembra del coquí ponía entre veinticinco y cuarenta huevos cada vez, en hojas de bromelias y sus crías nacen completamente formados, como adultos en miniatura. Esta forma de reproducción les permitía la independencia de las fuentes agua que necesitan especies parecidas para que se desarrollen sus renacuajos. El coquí dorado poseía un característico color amarillo dorado y unpequeño tamaño de solo 2 cm. Habitaba principalmente en la región de la Sierra de Cayey. Algunos naturalistas se resisten a declarar extinta a esta especie, pero tampoco se han producido avistamientos de ejemplares en los últimos años.
Pika sarda (Prolagus sardus)
Este extraño animal se extinguió aproximadamente en el 1800. Fue una especie nativa de la isla de Cerdeña y fue descrita por algunos autores como un “conejo gigante sin cola”. La exquisitez de su carne le costó la vida a todos los ejemplares de la isla, y solo sobrevivieron en el continente las “pika sarda” y “pika corsa”, dos subespecies. Se han reportado ocasionales avistamientos de pikas salvajes en el interior de la isla de Cerdeña, pero ninguno ha podido ser verificado. La última mención que puede encontrarse digna de ser fiel a la verdad es la realizada por Cetti en 1774, quien describe a unas “ratas gigantes” muy abundantes en la isla de Tavolara, vecina a la isla de Cerdeña. Lamentablemente, nos sobraban candidatos para armar este Top-Ten. Y lo peor de todo es que si volvemos a hacer esta nota dentro de un año, seguramente podríamos escribirla sobre las 10 especies que se extinguieron a lo largo del 2007. En los últimos 40 años, las especies oficialmente desaparecidas suman ya 784. Otras 65 sólo sobreviven en cautiverio. Más de la mitad de los reptiles podría extinguirse, y la Lista Roja elaborada por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza determino en 2006 que 16.119 de las 40.177 especies evaluadas en el mundo se consideran en peligro.
Concretamente, están amenazadas el 12% de las especies de aves, el 23% de mamíferos, el 52% de insectos, el 32% de anfibios, el 51% de reptiles, el 25% y el 20% de tiburones y rayas. ¿Alguien se imagina la cantidad de especies que nos “costara” el cambio climático provocado por el Calentamiento global?