¿Cuándo fue la última vez que intentaste recordar un dato y sentiste que lo tenías “en la punta de la lengua”? ¿Y la sensación de placer cuando finalmente lo recordabas? La psicología científica llama a esto sensación de tendencia, un fenómeno que puede hacer que el cuerpo libere endorfinas. A mí hace bastante tiempo que no me pasa… ¡y acabo de descubrir que la culpa es de Internet!
Días pasados, junto con unos amigos y amigas, intentábamos recordar el nombre de una actriz que habíamos visto en una película reciente… Ya sabemos cómo es eso: tenemos un recuerdo parcial del dato, algunas características, como por ejemplo la “forma” de las palabras que no nos vienen a la memoria, en qué lugar tienen el acento, o tal vez cuál es la primera letra. A veces, recordamos que los nombres contienen una vocal determinada, una cantidad concreta de sílabas, e informaciones por el estilo. Pero el dato concreto no aparece, al menos no en forma inmediata.
Lo que sigue es conocido: cierta tensión, energías cruzadas, la famosa sensación de tener el recuerdo “en la punta de la lengua” (un fenómeno también conocido como presque vu, pariente del conocido deja vu); hasta que sobrevienen la relajación y el alivio cuando finalmente damos con el dato buscado.
¿Cuál es la explicación para esto? En algún momento, los datos fueron almacenados en nuestra memoria de largo plazo, pero algo sucede con el proceso de recuperación de esa información.
La psicología científica estudió este fenómeno, categorizó los diferentes tipos de datos y descubrió que el presque vu es más frecuente en el caso de los nombres propios, ya que no guardan relación con la imagen de lo que se está recordando. Por eso, muchas veces es más fácil recordar a alguien por un apodo que aluda a una característica física (“gordo”) que por el nombre propio (“José”).
La teoría que modeliza algorítmicamente los procesos cerebrales habla de una secuencia de recuperación de información en cuatro fases: visual – conceptual – léxica – fonológica.
Un filósofo estadounidanse, William James, fue el primero en documentar estudios de estos casos, e incluso detectó algunas situaciones en que podemos tener esta sensación de recuperación inminente del dato, pero en realidad la información nunca se guardó en la memoria.
Pero nos fuimos por las ramas científicas, así que volvamos a la anécdota… Estábamos ahí, intentando recordar el nombre de la actriz. Pero nada de sensaciones de cosquilleo ni momentos de tensión-relajación. Apenas iniciado el viaje mental en busca del dato, alguien accedió a Internet desde su móvil y en pocos segundos nos reveló el nombre buscado.
¡Coitus interruptus! ¡Y nosotros que estábamos por resolverlo por nuestra cuenta! Quedamos con cierta tensión flotando en el aire… Un “sí, pero no”. Al tener el dato, el efecto, más que de alivio, fue casi de frustración. En ese momento pensamos si era bueno tener siempre todos los datos, todo el tiempo y en forma inmediata. O sea, es bueno tener esa posibilidad, pero el problema es que siempre hay alguien dispuesto a desasnarnos en forma instantánea, aunque no sea nuestro deseo.
Así que ya saben, amigos, la próxima vez que quieran recordar algo y no puedan, para volver a sentir esa antigua sensación de que hay órganos y glándulas en el cuerpo que pueden activarse, procuren un lugar lo más aislado posible, desconecten gadgets e ingresen en ese entrañable viaje de introspección mental de búsqueda de información.
Y para el final, la pregunta de la cual esperamos respuesta de nuestros sesudos lectores: ¿un motor de base de datos, tiene sensaciones placenteras cuando recupera un dato buscado?
¿Un motor de base de datos, tiene sensaciones placenteras cuando recupera un dato buscado?
