Un señor se tiró desde muuuchos metros de altura, después abrió un paracaídas y llegó al suelo. Kilómetros de artículos periodísticos de todo el mundo se hicieron eco. “Hazaña”, fue uno de los términos más usados.
¿Ah, sí? ¿¡No me digas!? ¡Hazañas eran las de antes!
Aquí mismo en NeoTeo hemos hecho una cobertura del evento. Como bien dice el autor de la nota, mi colega Nico Varonas, el salto es más una hazaña humana con fines publicitarios que un aporte científico, en donde los datos recabados rozan lo inútil, como lo confirma la propia NASA.
Ya lo dice el gran Esteban Podeti (que me ganó de mano con la idea, por eso ahora se la robo vilmente): la humanidad, desde sus comienzos, siempre intentó conquistar lo imposible, venciendo a las fuerzas de la naturaleza y superando los obstáculos de la geografía.
Aprovechemos para recordar, por poner un ejemplo, a exploradores como Roald Amundsen, explorador que alcanzó el polo sur en 1911. Realizó gran cantidad de expediciones y, si bien siempre hay un componente competitivo por ser el primero en lograr un objetivo, Amundsen se dio cuenta de que sus viajes no podían tener solo planes meramente geográficos, sino también científicos. Consultó sobre el tema y determinó que para las zonas adonde viajaba los mayores aportes serían en cuanto al magnetismo terrestre. Pero él no era científico, por lo que viajó a Hamburgo en donde estudió ciencias durante tres años. Sus expediciones aportaron datos de vital importancia, no sólo referidas al magnetismo sino metereológicas y oceanográficas.
En su expedición más importante, la del polo sur, llegó a soportar temperaturas cercanas a los 55 grados celsius bajo cero, en una travesía que duró casi un año. Y en esa época no existían trajes especiales. Para el viaje usaron abrigos confeccionados con piel de oso. ¿Lo auspiciaría una marca de calefactores?
Decíamos que el ser humano siempre quiso conquistar lo imposible. Y, por supuesto, entre esos desafíos siempre quiso vencer a la fuerza de gravedad: cómo no recordar a los hermanos Montgolfier, quienes en el año 1782 consiguieron realizar el primer vuelo en globo. O a los Wright, quienes consiguieron el primer vuelo en avión, en el año 1903. Habían conseguido realizar un vuelo controlado en un dispositivo que venció a la gravedad terrestre.
Pero Baumgartner, ¿qué hizo para merecer tanta cobertura en los medios? Porque no siempre ir más rápido, más alto o más lejos que otros es una hazaña o algo útil para la humanidad.
Siguiendo la idea de Podeti, en lugar de hacer como los antiguos exploradores de los cielos, que se arriesgaban para enfrentar a la gravedad, Baumgartner “se hizo su cómplice”.
Lo cierto es que lo que hizo este señor, básicamente, es caerse.
Cierra Podeti con algunas comparaciones, tal vez exageradas, pero para reírse un rato: “Espero con impaciencia los siguientes logros científicos: Una vacuna que te enferma más fuerte, un elixir del envejecimiento, un coche que no arranca, un rayo de invisibilidad que te cubre de un halo fluorescente.”
Estimado lector, aquí abajo tienes los foros dispuestos a recibir críticas y elogios de todo tipo.
¡Hasta la próxima hazaña!