¿Qué sucedería si los extraterrestres recibieran los mensajes que les enviamos desde la tierra? ¿Se quedarían de los más tranquilos o inmediatamente vendrían a invadirnos? La pista está en lo que efectivamente les estamos diciendo por medio de la información que les estamos transmitiendo. Porque lo que les queremos comunicar tal vez no sea tan inteligente como creemos. ¿Estamos ante la posibilidad cierta de una invasión de seres interestelares? ¡No puedes perderte el nuevo trolleo de Neoteo! (¡Rima y todo!) ¡Y un nuevo desafío cerebral para nuestros eruditos lectores!
El ser humano, en su curiosidad y deseo de no estar solo en el universo, siempre ha querido comunicarse con culturas extraterrestres. Existen muchos proyectos que están continuamente escaneando el espacio en todas direcciones y en gran cantidad de rangos de frecuencias, esperando detectar variaciones que indiquen que hay alguna civilización inteligente transmitiendo desde el otro lado.
También nosotros estamos constantemente enviando señales al espacio, adrede o no. De hecho, lo venimos haciendo desde las primeras emisiones de radiofrecuencias, como los experimentos del gran Nikola Tesla, Rudolf Herz o Alexander Popov en la segunda mitad del siglo XIX, y ni hablar de las emisiones comerciales que empezaron a inicios del sigo XX y se fueron multiplicando hasta nuestros días.
Otras señales han sido enviadas específicamente con el objetivo de establecer algún contacto interestelar. El más famoso mensaje “oficial” para contactar a civilizaciones de otro mundo fue el que se envió en el año 1974 desde el Telescopio de Arecibo, en Puerto Rico, dirigido hacia el Cúmulo Globular Messier 13, un área dentro de nuestra galaxia de alta densidad de estrellas, con una cantidad cercana al medio millón.
Pero no solo a través de señales intentamos comunicarnos con nuestros ¿pares? en el otro extremo del universo. También estas comunicaciones se han intentado –y siguen intentándose–de forma física. En los años 1972 y 1973, dos sondas (Pioneer 10 y 11) fueron enviadas al espacio. Estas naves tuvieron misiones muy exitosas. Han enviado excelentes fotos de Júpiter y Saturno y continuaron transmitiendo información hasta el año 1995 la Pioneer 11, y hasta el año 2003 la Pioneer 10, cuando se agotaron sus baterías, mucho después de lo esperado. De la misma forma que el mensaje de Arecibo, estas sondas llevan adosada una placa con información acerca de la civilización que la creó. Una especie de mensaje en una botella interestelar. Esta placa fue creada por los astrónomos Carl Sagan y Frank Drake.
En resumen, la placa contiene la siguiente información:
-El spin de una molécula de hidrógeno, el elemento más abundante en el universo.
-Un haz de líneas, con información en binario, que indican las distancias y dirección a los púlsares más significativos cercanos nuestro sistema solar, como una forma de facilitar nuestra localización (¿para facilitar la invasión =D ?).
-Esquema del sistema solar de origen y la trayectoria de la nave.
-Una pareja de seres humanos, con el esquema de la nave de fondo, para dar una idea de las proporciones.
Lo más interesante surge cuando analizamos las figuras humanas, el dibujo que representa “a los habitantes del planeta que envió la nave”. Originalmente se pensó en que las figuras estuvieran tomadas de la mano, pero luego se evaluó que una civilización extraterrestre podía llegar a entenderlo como un solo organismo.
¿Qué es lo que salta a la vista en el dibujo? No sabemos qué conclusión sacaría un E.T. al ver esta imagen, pero sí podemos sacarla nosotros:
– Los seres humanos son de piel blanca y occidentales.
– El hombre es el que saluda, aparece en actitud activa.
– La mujer aparece en actitud pasiva, inclinada hacia el hombre.
– La mujer es asexuada.
El dibujo lo realizó la mujer de Sagan, y originalmente el diseño de la mujer tenía una pequeña línea adicional en la entrepierna que indicaba la existencia de sexo. Sin embargo, como cuenta Mark Wolverton en su libro acerca de las misiones, el jefe de la NASA de esa época, John Naugle, indicó que la ofensiva línea de la entrepierna debía ser borrada, como condición para que la inclusión de la placa sea aprobada. Como los investigadores querían hacer efectivo el envío del mensaje, decidieron aceptar el pequeño “cambio”.
No sabemos qué tan avanzada pueda llegar a ser la civilización que encuentre las naves, pero… ¿evaluarían la posibilidad de borrar del universo a una civilización tan primitiva como la nuestra?
Si profundizamos el análisis, tal vez no esté tan mal que se propale este mensaje. Ya que el objetivo de la placa fue el de comunicarse con seres de otro planeta y contarles acerca de nosotros, parece razonable que la información que les llegue esté afectada por los prejuicios. En otras palabras, somos seres prejuiciosos, y eso está muy bien representado en el dibujo.
Tal vez –solo tal vez– en un futuro, dentro de millones de años, podamos alardear en futuras placas adosadas a naves, o lo que sea que las reemplace, de habernos transformado en seres tan avanzados como para estar libres de prejuicios.
Actualmente, cuarenta años después, la Pioneer 10, la última de la que se tuvieron noticias, se dirige hacia la estrella Aldebarán, en la constelación de Tauro. Si todo anda bien (a pesar de que se ha ido desacelerando), debería estar llegando allí en poco más de un millón y medio de años.
Mientras tanto, esto es lo que somos: un cúmulo de prejuicios intentando sobrevivir en el mundo al que fuimos arrojados.
Hasta el próximo To bit.
PD: ¡Desafío de último momento! Hay por lo menos dos tipos de “errores” más, bastante obvios, en la placa. ¿Puedes descubrir cuáles son? ¡La solución, la próxima semana!