Las autoridades invierten millones de dólares en hardware e infraestructura para construir y mantener toda clase de superordenadores, pero si lo que se busca es explorar el concepto de paralelismo en un sistema, lo cierto es que la inversión puede ser muchísimo más baja. El proyecto Tiny Titan apela a un total de nueve Raspberry Pi y otros componentes tradicionales, que en total no superan los mil dólares.
El potencial del Raspberry Pi podrá ser muy grande como ordenador SBC independiente, pero ya hemos visto en el pasado algunas iniciativas que buscan combinar varias unidades con el objetivo de formar un sistema mucho más complejo y avanzado. Después de todo, la idea no tiene nada de descabellada. El hardware para servidores está adoptando una cantidad de núcleos cada vez más grande, en una clara apuesta sobre la eficiencia. Por supuesto, los superordenadores no son ajenos a este movimiento, y si bien hay monstruos que devoran más de diez mil kilovatios, también encontramos sistemas como el Tsubame de la Universidad de Tokio, o el Wilkes de la Universidad de Cambridge, que operan con una fracción de esa energía. Entonces, ¿qué permite hacer el Raspberry Pi?
El proyecto Tiny Titan, a cargo del Laboratorio Nacional Oak Ridge (los mismos que tienen al Titan original) busca crear una especie de “superordenador de aula”. ¿Por qué lo llamamos así? Porque su misión es la de enseñar los aspectos básicos del paralelismo informático. En su página principal explican que los sistemas tradicionales de escritorio esconden el paralelismo para brindar al usuario una experiencia más sencilla, pero en el caso de Tiny Titan, es mucho más evidente. Ese paralelismo queda demostrado con la ayuda de simulaciones, y el método principal de entrada para los estudiantes es un control inalámbrico de Xbox 360, que permite modificar ciertos elementos, como el balance de carga. En total, Tiny Titan utiliza nueve Raspberry Pi, nueve tarjetas SD con el software preinstalado, nueve cables con soporte de carga y transferencia de datos a través de micro USB, y otros componentes de disponibilidad general, incluyendo routers, switches, un hub USB, y una saludable cantidad de tornillos y tuercas.
El software es completamente open source, y dependiendo de la ubicación, el precio final para construir un Tiny Titan no debería exceder los mil dólares. Si obedecemos a las palabras de Adam Simpson, uno de los especialistas encargados de dar soporte a Titan, lo más complicado de Tiny Titan no es ensamblarlo, sino escribir código compatible. Con eso en mente, Tiny Titan debe ser superordenador, guía de tutoriales, y plataforma de desarrollo al mismo tiempo…