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“Tierras raras” en la Luna

Es muy posible que en la Luna se encuentren los minerales necesarios para sostener la tecnología futura. A pesar que la administración del presidente Obama acaba de confirmar la cancelación de todos los planes de la NASA necesarios para volver a la Luna, los científicos creen que las reservas de minerales conocidos como “tierras raras” que posee nuestro satélite natural son indispensables para nuestro futuro. ¿Como deberíamos proceder para conseguirlos?

La Luna sigue interesando a los científicos. A pesar de que los políticos no siempre están muy de acuerdo en gastar el dinero de los contribuyentes en algo tan aparentemente poco redituable o importante como “investigar la Luna” -el presidente Obama acaba de confirmar la cancelación de los planes de la NASA de volver a ese lugar- lo cierto es que posiblemente nuestro futuro tecnológico dependa en gran medida de la exploración y explotación de nuestro satélite natural. En las tripas de nuestros queridos gadgets -ordenadores, teléfonos móviles, relojes y cualquier cacharro electrónico que puedas imaginar- hay una serie de microcomponentes fabricados a partir de un tipo de “ingredientes” cuyas reservas en nuestro planeta distan mucho de ser consideradas inagotables. Casi todos esos materiales -como el europio o el tantalio– pertenecen a un grupo de elementos llamados “tierras raras” (REE, por Rare Earth Elements) cuyos integrantes tienen en común varias características:  se componen de mezcla de óxidos e hidróxidos de los elementos del bloque "f" de la tabla periódica, tienen radios iónicos muy parecidos y muestran comportamientos químicos lo suficientemente similares como para que su separación resulte bastante difícil.

Los expertos creen que a medida que nuestra tecnología avance, la necesidad de contar con grandes cantidades de estos materiales crecerá de forma exponencial. En nuestro planeta no hay muchos sitios donde puedan extraerse los REE, pero parece que hay otro lugar para buscarlos: la Luna. Todavía no sabemos que tan abundantes pueden ser estos materiales en nuestro satélite -y ese, por si solo, sería un excelente motivo para seguir explorando a fondo la Luna– pero las misiones enviadas en los últimos años permiten afirmar que, al menos, existen huellas de europio y tantalio en su superficie. Los Estados Unidos se encuentran en una situación políticamente complicada. Por un lado, su propio presidente decide dejar de lado la exploración lunar. Y por otro, estudio reciente encargado por un órgano de revisión del Congreso concluyó que “China suministra la mayor parte de los minerales -tierras raras- que hacen posible tecnologías como los automóviles híbridos, las turbinas para la generación de energía a partir del viento, los discos duros de computadora y teléfonos móviles en el resto del mundo.” El informe también expresa que “el gobierno chino ha advertido de que sus propias demandas industriales podría obligarlo a dejar de exportar tierras raras en los próximos cinco o diez años”, lo que sin dudas plantearía un serio problema a más de un país occidental. De hecho, Japón ya está sintiendo los efectos de una disminución en las exportaciones de REE provenientes de China.

Es muy probable que existan reservas de tierras raras en nuestro propio planeta que aún no han sido halladas. Pero aunque las descubramos y explotemos, tarde o temprano se agotarán, ya que la demanda creada por la industria es cada vez mayor. "Parece que hay una cantidad significativa de REE en América del Norte, simplemente no resultan rentables de explotar … todavía", dice Dale Boucher, el director de la sede en Canadá del Northern Center for Advanced Technology. Es posible que durante dos décadas o tres, la  escasez de tierras raras impulsen la exploración y explotación minera en la Tierra. Pero aún así, en una o dos décadas más volveremos a estar en problemas. Y en ese momento habrá que comenzar a buscarlos fuera del planeta. Sin embargo, a pesar de que resulta fácil decir “vayamos a buscar tantalio a la Luna”, hacerlo es bastante complicado. El solo hecho de enviar -nuevamente- un vehículo tripulado a nuestro satélite ha sido objeto de debates, idas y vueltas durante veinte años, y finalmente hemos decidido que no podemos hacerlo. Si queremos contar con las REE de la Luna dentro de 30 años, ya mismo deberíamos comenzar a trabajar en pos de ese objetivo.

Otro costado de la explotación de minerales en la Luna es el relacionado con la ecología. Estamos seguros que muchos de nuestros lectores, llegados a este punto de la nota, ya se han planteado el problema que representaría -incluso desde el punto de vista ético- la alteración de otro cuerpo celeste solo para satisfacer nuestras necesidades. Sin embargo, puede que no tengamos otra opción. En primer lugar, sabemos que la Luna no tiene vida, por lo que no estaríamos perjudicando a otra raza si nos dedicamos a cavar como topos en ella. Y en segundo, muy posiblemente la vida de los humanos dependa en buena medida de la existencia de esos materiales. A pesar de que suena bastante melodramático, la sociedad actual -y ni hablar de la que tendremos dentro de medio siglo- depende enormemente de la tecnología para sostenerse. Así como no podemos decidir de un día para otro dejar de utilizar agroquímicos -muy posiblemente la superficie de tierra cultivable simplemente no alcanzaría para alimentarnos a todos si no los utilizásemos- es probable que dentro de 40 o 50 años seamos tan dependientes de los aparatos construidos gracias a estas tierras raras (instrumental médico, ordenadores, equipos de comunicaciones, etcétera) que no podamos dejar de emplearlas. Sin dudas que se trata de un problema que aquejará a nuestros hijos o nietos, que no podemos dejar de plantearnos hoy mismo.

Escrito por Ariel Palazzesi

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