Detrás del mostrador, a unos metros de altura sobre la estantería donde se colgaban las púas y las cuerdas de repuesto junto a los cables USB, la leyenda de un desalineado cartel atentaba contra la bonanza del local de música. Con una sutil sabiduría rebelde, rezaba: “Los medios no hacen al talento”.
Dicen que quien lo miraba, cuando estaba pagando la cuenta de los instrumentos y aparatos modernos que había adquirido, sentía esa palmadita en la nalga que dan los técnicos para alentar a sus jugadores a dejar el máximo. Otros, aludidos, sentían que se les estaba diciendo que con lo único que alguna vez armonizarían sería con el consumo y la búsqueda del atajo. La creatividad está en nosotros, no en los elementos que utilizamos para sacarla fuera. El talento y la creatividad que con él se manifiesta incurren en otra aventura por mostrar que el tiempo no erosiona, sino que edifica la beta artística de muchos prodigios, y que la posibilidad de plasmar eso en el papel, en la cancha, en la partitura o en la pantalla dependen de la voluntad de quien lo haga y de la capacidad física mínimamente necesaria.
La historia de Hal Lasko, conocido como Grandpa (abuelo), tiene mucho que decir sobre esta fe ciega en la capacidad innata o, según otra escuela de pensamiento, paulatina y longevamente desarrollada. Hal Lasko no es músico, sino un pintor. Un pintor que durante su adultez se ganó la vida como tipógrafo, creando tipos de fuentes y pintando letras desde cero, mucho antes que la informática y el formato TTF comenzaran a co-existir. Sus proyectos siempre estuvieron enfocados en retratar r al mundo que lo rodea desde su perspectiva, mientras ganaba el pan creando fuentes tipográficas para carteles publicitarios.
Luego de haber servido en la guerra como un gran dibujante de mapas climáticos y haber regresado a su Ohio natal, Hal Lasko recibió una noticia que lo sumiría en una angustia inmerecida. Su doctor le dijo que sufría de degeneración macular húmeda, también conocida como Maculopatía húmeda. Esta enfermedad hacía que Lasko no pudiera ver correctamente el centro de su rango de visión, llegando a tener una degeneración tan grande, que fue declarado legalmente ciego. Sin embargo sus días no terminaron ahí, pues Lasko no se decidió a dejar sus óleos y acrílicos e intentó seguir pintando hasta que no pudo más.
Cuando su hijo Ron le regaló un ordenador en 1999, la vida de Lasko, quien en ese momento tenía 85 años, cambió sustantivamente. A través de una lupa con la cual podía magnificar lo que veía en la pantalla, Lasko aprendió de la mano de su hijo a utilizar Microsoft Paint. Súbitamente, los colores volvieron a su vida y desde entonces Lasko utiliza el lienzo digital para seguir haciendo lo que más le gusta, pintar. ¿Pero cómo se pinta en Microsoft Paint? La respuesta fue: pixel por pixel. Así, rompiendo con unos cuantos prejuicios, el anciano comenzó a realizar pixel art, con un estilo kitsch muy particular.
Es Paint y algunos dibujos parecerán limitados por la propia herramienta –sobre todo si la pensamos en el contexto de Windows 95-, pero si miramos de cerca los cuadros de Lasko, podremos alcanza a observar lo intrincados que son sus dibujos, con una perfección casi matemática en algunos trazos, pero a la vez realizando un puntillismo moderno, con mucha influencia de artistas como Edward Hopper o Warren Kimble, mezclado con un poco del arte de 8 bit propio de la paleta de colores y de lo cuadrados de los pixeles en el paint. Cada dibujo le toma cientos de horas (en el vídeo nos cuenta que un cuadro le llevó 2 años), y el ahora retirado tipógrafo pasa hasta 10 horas por día frente a sus cuadros que pinta para él y para nadie más.
La historia del abuelo de 98 años se hizo conocida luego de que su nieto filmara el documental que compartimos arriba en el artículo, llamado The Pixel Pinter, donde Lasko nos cuenta lo que es pintar (casi) con los ojos cerrados debido a su enfermedad. Su vista cansada, con una dedicación indescriptible, hace 15 años que conoce y disfruta de Microsoft Paint. Hoy, luego de hacer renacer el artista que siempre estuvo en él, “Grandpa” tiene dos pinturas suyas exhibidas en una muestra de arte en Ohio y vende 8 de sus cuadros a un simbólico precio de 98 dólares. 1 dólar por cada año vivido y expuesto sobre la pintura digital, que imprime asiduamente en una imprenta local. El 10% de lo recaudado está destinado a un programa de Veteranos de Guerras Foráneas.
Al cerrar este artículo, Hal Lasko todavía sigue pintando, y dice que no planea dejar de hacerlo.