La robótica avanza a pasos agigantados. Ya no hace falta visitar los laboratorios de una enorme empresa o prestigiosa universidad para ver un grupo de especialistas trabajando en el diseño de un robot. Incluso los aficionados, como bien sabemos en NeoTeo, suelen construir modelos tan o más interesantes que los disponibles comercialmente. El Ant-Roach, un robot de alta ingeniería con seis patas que parece un animal a mitad de camino entre una cucaracha y un elefante, ha sido desarrollado para demostrar la viabilidad y resistencia de los robots hinchables. ¿Veremos prototipos similares a este en el futuro?
Nadie duda que la robótica es uno de los campos que más se desarrollará en el futuro. Junto a la genética y la nanotecnología proporcionarán a la humanidad las herramientas necesarias para manipular nuestro entorno, construir dispositivos y conquistar el espacio. Sin embargo, aún hay que recorrer un largo camino para tener robots que sean tan eficientes y útiles como los que solemos ver en las películas de ciencia ficción. Miles de laboratorios dependientes de empresas y universidades dedican enormes cantidades de recursos a investigar nuevas formas de construir robots, y los aficionados a menudo nos sorprenden con creaciones dignas de recibir un premio. A mitad de camino se encuentran las organizaciones privadas como Otherlab, en la que las personas con ideas y conocimientos sobre algún tema interesante puede desarrollar su proyecto. En este ámbito ha nacido el Ant-Roach, un robot hinchable de alta ingeniería que si bien aún debe ser perfeccionado, puede servir de inspiración para una nueva rama de la robótica.
Como puedes ver en los vídeos que acompañan este texto, el Ant-Roach está bastante lejos de conseguir moverse con el garbo de un bailarín. Sin embargo, se trata de un buen comienzo para una tecnología lo suficientemente simple como para que cualquier persona con ganas de pegar o coser unos trozos de hule y jugar un rato con aire comprimido pueda montarse uno. Desde el punto de vista mecánico el robot obtiene la “fuerza” para moverse de una serie de tubos flexibles inteligentemente embutidos dentro de un par de capas de hule, de forma que al inyectarle aire a presión se estiren haciendo un trabajo similar al que haría un músculo.
El control de los movimientos se realiza mediante un sistema electrónico microcontrolado que indica en cada momento la presión de aire que debe recibir cada uno de estos “músculos”. Un conjunto de electroválvulas se encarga de regular el paso del aire. Es evidente que se necesita trabajar bastante antes que se pueda comparar la “motricidad” del Ant-Roach con la de otros robots populares como Asimo o las mascotas comercializadas por Sony, pero es evidente que tiene potencial.
La posibilidad de deshinchar el robot para transportarlo es muy interesante. Puestos a hacer futurología, podemos imaginarnos un grupo de robots hinchables comprimidos dentro de una cápsula espacial, que al llegar a destino -Marte, la Luna o cualquier otro sitio- se hinchan y comienzan a realizar tareas de reconocimiento. Este enfoque permitiría minimizar el volumen de la cápsula, algo que seguramente disminuiría el coste total de la misión. Es posible que al ver estos vídeos más de un entusiasta de la robótica intente hacer algo similar, por lo que creemos que en no mucho tiempo tendremos novedades al respecto. ¿No te parece?