Hemos encontrado microbios que viven en los lugares más calientes, fríos o secos de la Tierra, pero seguimos sin encontrar ninguno en Marte. Algunos biólogos y astrobiólogo sugieren que podríamos enviar a estos verdaderos “todoterreno”, como el Methanosarcina barkeri, en una nave al planeta rojo, y sentarnos a esperar que modifiquen su atmósfera para hacerlo habitable por los humanos. ¿Se trata de un proyecto realista, o es simplemente un delirio más?
La vida ha florecido en la Tierra. No solo tenemos una (verdaderamente) enorme cantidad de animales y vegetales capaces de vivir en el rango de temperaturas que van desde los cero a los cincuenta grados Celsius, sino que hay una buena cantidad de microbios y bacterias que pueden sobrevivir en condiciones ambientales realmente extremas. Algunos solo pueden “funcionar” a altas (o bajas) temperaturas, con determinados rangos de humedad o con presiones atmosféricas determinadas. Pero hay -al menos- uno que llama la atención por la cantidad de diferentes condiciones que puede soportar.
En efecto, el Methanosarcina barkeri, es un “metanogénico” capaz de salir adelante dentro de un amplio abanico de condiciones ambientales. Como indica su nombre, estos pequeños son los responsables de la formación de metano, característica que lo convierte en muy apropiado para adaptarse a la vida en Marte. De hecho, una buena cantidad de astrobiólogos consideran que son justamente esta clase de microorganismos los responsables de las trazas de metano que se detectaron en la atmósfera marciana en 2003.
El Methanosarcina barkeri no es muy exigente en cuanto al medio ambiente en que vive. Soporta estoicamente ciclos estacionales extremadamente secos o húmedos, la baja disponibilidad de nutrientes, y diferencias de temperaturas entre el día y la noche superiores a los 100ºC. Eso es justamente lo que debería soportar en Marte. Kevin Sowers y un equipo de científicos del Instituto de Biotecnología de la Universidad de Maryland (EE.UU.), han recibido financiamiento de la NASA para determinar si realmente el Methanosarcina barkeri podría mudarse a Marte. En este momento deberían estar comenzando las pruebas de laboratorio más duras para determinar cuáles son realmente los rangos de humedad, temperatura y oxidación que este aguerrido microbio soporta. También analizarán en profundidad su ADN, que puede contener la clave para explicar sus mecanismos de supervivencia.
Methanosarcina barkeri pertenece al grupo de las arqueas, uno de los tres existentes, junto a las bacterias y los eucariotas (plantas y animales). La actividad celular de las arqueas tienen algunos puntos en común con las bacterias, pero su ADN se asemeja a los eucariotas. Todos los metanogénicos pertenecen al grupo de las arqueas, y muchos son extremófilos capaces de sobrevivir en condiciones que normalmente se creen incompatibles con la vida. Uno puede encontrarse con ejemplares de M. barkeri en los sedimentos marinos, en el agua dulce y en lugares donde el oxígeno es escaso. Lo que lo hace tan especial es su adaptabilidad a las condiciones cambiantes.
A la hora de comer, Methanosarcina barkeri puede digerir desde metanol hasta acetato. Es capaz de obtener energía a partir de una mezcla de hidrógeno y dióxido de carbono, gases que existen actualmente en la atmósfera de Marte. Si es necesario, puede sintetizar sus propias moléculas orgánicas (incluyendo aminoácidos y vitaminas) a partir de fosfatos, azufre y otros compuestos minerales que seguramente no pondrías en tu mesa. Además, en el proceso contribuye a fijar nitrógeno en el suelo luego de extraerlo de la atmósfera. Si el lugar donde vive se inunda (algo poco probable en Marte), es capaz de “nadar” a través del agua creando pequeñas burbujas de gas que funcionan como una “vejiga natatoria”, haciendo que el microbio flote más o menos. Si el agua desaparece por completo, el microbio puede entrar en una fase “durmiente” en la que puede esperar que acabe el período seco.
Esta última característica desconcierta a los científicos, que no pueden descubrir el truco que este pequeñín emplea para no morir de sed. Mientras que otras bacterias, como el Bacillus Subtilis, sobreviven a la privación de agua transformándose en una espora, el Methanosarcina barkeri simplemente disminuye su actividad celular, construye una especie de “armadura” exterior a partir de moléculas parecidas al azúcar, y cae en un estado en el que puede permanecer durante años hasta que las condiciones de humedad vuelvan a ser adecuadas. Esto lo protege de condiciones que lo matarían en su estado normal.
Si existe vida microbiana en Marte puede que se parezca a Methanosarcina barkeri. Si no existe, podríamos “exportarla” desde la Tierra. ¿Esto es realista? En principio, sí. Los seres vivos son máquinas autoreplicantes muy eficientes, por lo que bastaría con mandar una colonia (o varias) más o menos grande de estos microbios y confiar en que se reproduzcan rápidamente por todo el planeta. Su actividad biológica podría “mejorar” la atmósfera del planeta, haciendo posible que el hombre algún día pueda vivir en Marte.
Desde el punto de vista ético, se puede discutir si tenemos derecho o no para hacer semejante cosa. Recién nos asomamos al espacio, y ya estamos llenando de chatarra la órbita terrestre, estrellamos sondas de miles de kilos de peso sobre la Luna y otros planetas, y ahora pensamos en mandar ex-profeso microbios invasores a Marte. ¿El hombre es el dueño del Sistema Solar? La ausencia de pruebas de la existencia de otros seres vivos allí fuera puede que no sea la única condición necesaria para iniciar un programa de colonización. Pero, si de todos modos decidimos hacerlo, parece que el modesto Methanosarcina barkeri podría ser nuestra punta de lanza.