Una buena parte de la explosión tecnológica a fines del siglo XIX pasó por el desarrollo de la telefonía, que a falta de otra expresión, revolucionó la forma de comunicarse. Entre toda esa maravillosa actividad surgió el nombre de Tivadar Puskás, ingeniero húngaro conocido por haber creado la primera central telefónica entre 1873 y 1877. Puskás fue uno de los pocos que reconoció las limitaciones del periódico tradicional, incapaz de mantenerse actualizado frente a los eventos diarios. ¿Su respuesta? Telefon Hírmondó, una especie de «periódico telefónico», al que hoy recordamos como uno de los primeros servicios «en línea» del planeta.
Muchos comparan al impacto del teléfono con el de la llegada de Internet, pero creo que en su momento fue más grande. Imagina el asombro del público al pasar de «puntos y rayas» a «una voz del otro lado». El mundo había cambiado por completo, y a partir de allí, el cielo era el límite. Casi en tiempo récord, los pioneros de la telefonía se percataron de que esa tecnología podía ir más allá de las conexiones 1-a-1.
Uno de esos pioneros era Tivadar Puskás, ingeniero húngaro que trabajó con el mismísimo Thomas Edison (algo nada sencillo teniendo en cuenta su personalidad), y desarrolló la primera central telefónica. El cruce de Puskás y la telefonía no fue inmediato, ya que en un principio se dedicó a los viajes y a la minería de oro, pero en los veinte años siguientes a la invención de la central telefónica, una idea comenzó a danzar en su cabeza: Telefon Hírmondó.
Telefon Hírmondó: Las noticias, en casa
En esencia, Telefon Hírmondó era un periódico virtual, a través del cual sus suscriptores podían recibir noticias actualizadas y entretenimiento usando a la red telefónica como medio de distribución. Después de confirmar su propiedad intelectual en algunos países, Puskás lanzó a Telefon Hírmondó el 15 de febrero de 1893 en la ciudad de Budapest, saludando a sus primeros 60 usuarios.
Su programación general se dividía en bloques de 15 o 30 minutos, con la excepción de las transmisiones musicales, que podían durar hasta dos horas. A esto se sumaba contenido especial para los más pequeños de la casa, y la información proveniente del hipódromo.
Cada suscriptor obtenía dos receptores conectados a un concentrador cercano, el cual a su vez estaba enlazado con la oficina central. La compañía absorbía el costo de instalación, pero los clientes debían entrar en un contrato por 12 meses. Telefon Hírmondó dependía de la compañía telefónica local, pero más tarde recibió los permisos necesarios para desplegar su propia red, comenzando con 69 kilómetros de cable.
No debió pasar demasiado tiempo para que el gobierno reconociera el poder latente del Telefon Hírmondó, y en septiembre de 1894 fue ligeramente adaptado, siguiendo una nueva serie de regulaciones. Básicamente, las noticias eran escritas por adelantado, con copias firmadas por los responsables del servicio, y enviadas tanto al Fiscal Real de Budapest como a la policía y otros funcionarios. En apenas 14 años, Telefon Hírmondó pasó de aquellos 60 suscriptores originales a más de 15 mil… incluyendo al propio emperador Francisco José I de Austria.
El servicio de noticias se extendió hasta 1925. A partir de allí se dedicó a retransmitir señales de radio locales, y su «cierre» definitivo se dio en 1944, influenciado por la Segunda Guerra y la destrucción de su infraestructura. El Telefon Hírmondó fue un verdadero pionero en la distribución de noticias y la retransmisión de contenido, pero nuestra historia termina con un toque triste, porque Tivadar Puskás nunca pudo ver su evolución completa. Falleció un mes después de su lanzamiento, el 16 de marzo de 1893.
(Del Archivo de NeoTeo, artículo publicado originalmente el 11 de mayo de 2019)