En la actualidad damos muchas cosas por establecidas, y especialmente cuando nos referimos a tecnología. Telefonía, radio, televisión, música, informática… todo está al alcance de la mano en estos días, y a un costo relativamente accesible, pero si hacemos un pequeño viaje y observamos solamente tres décadas hacia atrás, la historia era completamente diferente. Lo que hoy es común y cotidiano, en ese entonces simbolizaba, entre otras cosas, privilegio, trabajo duro y estatus social. En esta oportunidad, veremos cuál es el estado de algunos de los dispositivos electrónicos más populares del momento, y cómo eran sus ancestros hace apenas treinta años.
La razón detrás de este artículo, la chispa que puso en movimiento al motor, fue una simple visita a un mercado de pulgas durante el fin de semana. Había cosas hermosas allí, y no hablo solamente de muebles o candelabros. Radios a válvulas, televisores blanco y negro, teléfonos a disco, equipos de audio que privilegiaban el metal sobre el plástico, cámaras fotográficas que usaban películas ahora inexistentes… y la lista sigue. Lamentablemente no me pude hacer con ningún ejemplar: La política de precios impuesta por algunos “expertos” en antigüedades deja mucho que desear. Pero más allá de eso, fue un escenario muy peculiar el ver a alguien estudiando de cerca un teléfono a disco mientras llevaba un móvil en la cintura. Con varias generaciones de distancia entre uno y otro, resultó de todas formas imposible evitar la comparación. Uno de ellos aún perdura después de décadas enteras, mientras que el otro probablemente termine siendo reciclado (con suerte) en dos años o menos.
¿Qué tan diferentes son? ¿Qué tanto han cambiado las cosas? ¿Qué es lo que provocaban entonces, y qué provocan ahora? Las veces que he hablado con mi papá sobre esto me ha contado historias en las que ver la televisión era una ocasión perfecta para una “reunión social”, con amigos y vecinos acercándose al hogar de aquel que con mucho esfuerzo había logrado comprar el aparato. Hoy tenemos acceso a canales de televisión casi sin interrupción, pero en ese entonces, la señal apenas duraba unas horas. No había malicia en ir a lo del vecino a ver un poco de televisión. Era un ritual, y era mágico. Ahora, tenemos más de 600 canales que podemos recorrer en pocos segundos, sólo para terminar apagándolo todo, frustrados porque “no encontramos nada para ver”. Las cosas han cambiado. En muchísimos aspectos para bien, en otros tantos para mal, pero han cambiado. Giremos la cabeza y observemos treinta años en el pasado, solamente treinta, y veamos qué tan acentuadas son las diferencias.
Teléfonos
Hoy bajamos aplicaciones, tomamos fotografías y escuchamos música en un móvil, pero hace treinta años sólo se podía hacer una cosa con un teléfono, y eso era hablar. Funcionales a rajatabla y en extremo resistentes, los teléfonos a disco eran reyes por aquellos años, gracias al dominio del marcado por pulsos. El marcado digital había sido presentado por primera vez en la Feria Mundial de 1962, y los primeros teléfonos compatibles comenzaron a reemplazar gradualmente a las unidades de disco un año más tarde, pero en algunos países se necesitó de varios años para que el cambio se hiciera efectivo. Hoy, incluso las líneas de teléfono convencionales se están considerando como obsoletas. Aunque no podrás “discar” en un teléfono a disco conectado a una línea digital (no sin un adaptador pulso-a-tono), lo más probable es que puedas atender llamadas y hablar a través de él.
Televisores
La transmisión analógica está en camino de desaparecer (ya lo ha hecho en España), y las mayores dudas que alguien puede tener hoy al comprar un televisor es si lo quiere LED, HD o Full HD, y de cuántas pulgadas. Por otro lado, la década de los ‘70 dio paso a un salto evolutivo crítico entre los televisores, que fue la imagen a color. 1971 fue el primer año en el que las ventas de aparatos a color superaron a los televisores blanco y negro en Estados Unidos, aunque dicha adopción demoró más tiempo en otros países. Esto también aceleró el desplazamiento de los televisores a válvulas, abriendo los brazos a toda una nueva generación de estado sólido (lo mismo había sucedido con las radios años antes), con mayor calidad de imagen y un menor mantemiento. Por último, los años ‘70 introdujeron los sintonizadores electrónicos (eliminando el clásico “clac, clac” de los cambiadores manuales) y los mandos a distancia. Puede que las señales analógicas estén en las últimas, pero sólo necesitarás de un balún y un convertidor (llamados decodificadores en algunos países) para conectar una señal de cable a un televisor antiguo que soporte una antena externa. Es más, con la ayuda de un modulador RF, podrías incluso conectar una consola de juegos.
Música
Reproductores mp3, servicios en línea, vídeos de los artistas colgados en YouTube, y otras tantas cosas más facilitan el escuchar música hoy, pero hace treinta años, la tecnología de reproducción de audio se encontraba parcialmente convulsionada. Teníamos cartuchos de ocho pistas (o “casete magacín” como prefieren algunos), con una gran popularidad al otro del charco, los eternos discos de vinilo, ya en formato de doce pulgadas, y los casetes compactos. No fue sino hasta 1979 que los casetes compactos tuvieron su explosión, cortesía de aquel revolucionario sistema de audio personal llamado Sony Walkman. Otros intentos de la época estuvieron en integrar sonido cuadrofónico (que no prosperó demasiado), y por supuesto, 1976 fue el año en el que Sony demostró por primera vez al disco compacto. Encontrar un reproductor de magacín puede ser todo un desafío dependiendo del lugar en el que uno se encuentre, aunque todavía se pueden hallar equipos con reproductor de casete incorporado. En cuanto a los vinilos, por lo que más quieras, averigua bien antes de deshacerte de uno. Algunos discos están cotizando por varios miles de dólares en el mercado…
Fotografía
“Apunta y dispara”. La era digital no puede haber hecho más literal a la fotografía. Sea móvil o cámara dedicada, la imagen va de la lente a la tarjeta de memoria, y desde allí ya sea a un editor para realizar retoques, o directamente a las redes sociales para compartir con el resto del globo. En la década del ‘70, las cámaras instantáneas (por no decir “las Polaroid”) seguían ganando tracción en muchos países. 1978 fue un año especial para las cámaras SLR, ya que había sido lanzada la Canon A-1, la primera en ofrecer un modo de autoexposición programado. Básicamente, la Canon A-1 daba el puntapié a la “era de la automatización” en la fotografía, algo sin dudas apreciado por los menos experimentados, pero muy criticado por fotógrafos profesionales, que insistían en que se corría el riesgo de arruinar la fotografía como arte y como carrera. El impedimento principal a la hora de utilizar una cámara analógica hoy es la disponibilidad del filme. Los 35 mm no se han ido a ninguna parte aún, pero si la cámara usa otra medida, puede que ya no exista en el mercado. Personalmente, llevo meses buscando “rollos 110”, aunque sea vencidos, sin éxito hasta ahora.
Informática
¿Qué podemos agregar en esta sección que ya no hayamos mencionado? Sabemos muy bien lo que pueden hacer los ordenadores hoy, desde los poderosos reactores de escritorio hasta las tablets que han invadido el mercado. Han respondido a diferentes factores (en especial el económico), y lo seguirán haciendo a medida que se reinventan. Muchos de nuestros lectores siguen de cerca los artículos de retroinformática con los que nos deleita Ariel. ¿Quieren un ejemplo de ordenador en la década de los ‘70? ¿Qué les parece el Altair 8800 de 1975? ¿O el Apple I un año después? Múltiples ejemplares, cada uno de ellos reclamando un trozo de historia por razones perfectamente válidas, vieron la luz en los años ‘70. Por supuesto, los años ‘80 no se quedarían con los brazos cruzados, pero esa, es otra historia. Si tienes a alguno de estos juguetes guardados en un armario, ya sabes lo que tienes que hacer.
Treinta años de tecnología. Treinta años de avances y progreso general. Treinta años que parecen siglos en algunos aspectos, como por ejemplo la Ley de Moore. Gracias a esa evolución, todos aquellos dispositivos a los que miramos apenas por encima, están aquí hoy. Eventualmente, lo que es común para nosotros, será poco más que un fósil electrónico en tres o cuatro décadas. Usemos y disfrutemos, pero lo más importante, recordemos. ¡Buena suerte!
