Hacerse un tatuaje hoy en día no tiene el mismo significado de antes. La posibilidad de removerlo con láser le quita la actitud comprometida de antaño. Hay personas que quieren recuperar esa determinación quemando su piel a altísimas temperaturas.
Los tatuajes han sido una forma de expresión desde tiempos neolíticos, han servido como marcas de rango o estatus, por motivos religiosos, para maximizar el coraje en la lucha o como protección. En la actualidad se utilizan con objetivos estéticos y han marcado una moda (incluso han inventado tatuajes en braille para ciegos) desde que se descubrió la forma de removerlos con láser. Teniendo la posibilidad de remover los tatuajes, la expresión “de por vida” pierde un poco su fuerza y convicción, por lo que hay una nueva tendencia de revertir los tatuajes a lo que eran, creando cicatrices con forma en nuestros cuerpos.
Este nuevo estilo de tatuaje utiliza un acero incandescente para crear quemaduras tan profundas en la piel, que no hay forma de eliminar la marca. Algunos jóvenes profesionales – que consideran que los tatuajes tradicionales y los piercings han pasado de moda – pagan alegremente unos € 100 para que les quemen la piel a más de 1.000C con un diseño predeterminado.
Aunque parezca una locura, este estilo no es muy diferente a la forma en que se tatuaban algunas tribus hace más de 7.000 años. En aquel entonces, marcaban su cuerpo cortando la piel y untando la herida con tinta o ceniza, o punzando la piel con huesos afilados. Claro que la gente que está quemando su piel ahora no sostiene las mismas creencias, sino que más bien lo prueba por la adrenalina y por crear una nueva moda.