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Tatuaje electrónico para monitorizar órganos internos

Un nuevo “tatuaje electrónico” podría revolucionar la forma en que los pacientes son supervisados por sus médicos. Se trata de un pequeño circuito, flexible y más delgado que un cabello, capaz de ser adheridos a la piel simplemente humedeciéndolos antes de aplicarlos, de la misma manera que se colocan los tatuajes temporales que todos conocemos. Esta tecnología podría facilitar el seguimiento de pacientes de riesgo, ya que el tatuaje electrónico posee sensores capaces de realizar el mismo tipo de monitorización de los órganos internos que equipos más grandes, incómodos y caros.

Si bien no se trata de una idea del todo nueva, la utilización de “tatuajes electrónicos” para la supervisión de parámetros vitales en pacientes de riesgo se está convirtiendo en noticia, gracias a los nuevos avances que se producen en esta tecnología. Un tatuaje de este tipo es, en realidad, un pequeño circuito flexible y delgado -más fino que un cabello humano- que integra sensores capaces de realizar una monitorización del estado de órganos internos, como el corazón, hígado, riñones o incluso el cerebro. Gracias a su poco peso y extrema delgadez, estos sensores pueden ser dispuestos sobre una lámina flexible que se pega sobre la piel, soportando sin problemas las deformaciones a las que se ve sometido mientras que el paciente desarrolla su actividad diaria. Han sido probados con éxito para evaluar la actividad del corazón y el cerebro de algunos pacientes, y todo parece indicar que en no mucho tiempo comenzarán a popularizarse, reemplazando a los cables, almohadillas embadurnadas con gel y pantallas que utilizamos en la actualidad.

El Dr. John Rogers ha investigado este tipo de tatuaje durante años. Sabe que si bien ya son capaces de controlar las funciones de algunos órganos y evitar problemas como las arritmias (los latidos irregulares del corazón), lo cierto es que los sensores de la generación actual es demasiado rígida como para reproducir de forma natural los movimientos del cuerpo. Sin embargo, los últimos prototipos fabricados por Rogers están construidos con hilos de silicona y pueden estirarse y retorcerse tanto como la propia piel. Uno de estos modelos experimentales se ha utilizado para recoger datos del corazón de un animal, estimulando incluso ese músculo como si fuese un diminuto marcapasos. Rogers espera que su proyecto “sirva para hacer de puente entre las obleas de silicio y la diversidad biológica, eliminando la frontera que existe entre la electrónica y lo vivo.” Si bien suena como un argumento de ciencia ficción, en realidad no es más que un salto conceptual lógico entre los “viejos” electrodos y la moderna microelectrónica.

Escrito por Ariel Palazzesi

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