Meritocracia, sacrificio, trabajo, esfuerzo, dedicación, preparación, habilidad, talento… términos que se arrojan en una u otra dirección, en un intento por entender o justificar posiciones sociales y/o económicas que parecen exageradas y desproporcionadas. Un estudio publicado por Alessandro Pluchino y su equipo de la Universidad de Catania indica que hay un factor mucho más potente a la hora de determinar el éxito y la riqueza de ciertas personas… y es nada menos que la suerte.
Una persona extiende sus estudios, obtiene un trabajo sólido, es responsable con sus gastos personales, evita los excesos, e invierte de forma segura… sólo para que la última («inserte crisis económica aquí») se lo quite todo, y termine pedaleando a cambio de un par de euros. Los más privilegiados tal vez le digan que no fue inteligente, que debió estar mejor preparado, que no se esforzó lo suficiente, pero difícilmente hablen de suerte.
¿No estás convencido? Veamos: Se supone que la distribución de la riqueza sigue (en mayor o menor medida) la regla del 80:20, o sea, el 80 por ciento de la riqueza está en manos del 20 por ciento del público (el principio de Pareto). Esa relación parece funcionar independientemente de la sociedad o la escala, sin embargo, existen anomalías gigantescas. Algunas personas… tienen más de lo esperado. Aquí es cuando apelan a la meritocracia, la inteligencia, la preparación superior o el talento natural para defender semejante diferencia… pero al igual que en el ejemplo anterior, no hablan de suerte, o lo hacen de manera muy limitada.
Entonces, ¿cuál es el verdadero impacto de la suerte en el éxito económico de algunos miembros de nuestra sociedad? Alessandro Pluchino y su equipo de la Universidad de Catania publicaron en febrero de 2018 (con revisión en julio) un estudio llamado «Talento vs. Suerte: El Rol de la Aleatoriedad en Éxitos y Fracasos». Este equipo creó un modelo informático de «talento humano», y el modo en el que la gente lo aplica para aprovechar oportunidades en su vida.
Dicho modelo se basa en «N personas», cada una con un nivel de talento, el cual fue distribuido a una distribución normal (Gauss). Si el talento está definido como «clave para el éxito», la distribución de la riqueza debería seguir parámetros muy similares a los de la distribución del talento.
El modelo informático establece para cada individuo una vida laboral de 40 años. Durante ese período simulado, cada uno de los individuos recibe «golpes de buena suerte» que podrán aprovechar para incrementar su riqueza de acuerdo a su talento, pero también hay «golpes de mala suerte» con el efecto contrario. Pluchino y su equipo ejecutaron múltiples simulaciones para reforzar sus resultados, y calcularon la distribución de la riqueza. El primer punto para destacar es que el principio de Pareto permaneció relativamente intacto, con una relación 80:20. Sin embargo, ese 20 por ciento privilegiado está muy lejos de ser el más talentoso.
El parámetro de «máximo éxito económico» casi nunca coincidió con el de «máximo talento», y viceversa. En otras palabras, la gran mayoría que llegó a la cima, lo hizo por pura suerte. En un mundo que deifica a los ganadores (además de premiarlos con mayor cantidad de recursos y privilegios) mientras castiga a los perdedores, el trabajo de Pluchino y su equipo nos obliga como mínimo a echar un segundo vistazo.
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Fuente: Business Insider
La suerte es inmanejable, vaya obviedad. Con respecto al esfuerzo, también pasa por un tema de probabilidades: debería ser mucho más probable que le vaya mejor al que más se esfuerza, excepto que te toque un gobierno populista, de izquierda, o simplemente corrupto.