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¿Qué sucedería si liberamos a un Tyrannosaurus rex en un ecosistema moderno?

Digamos que no le iría tan bien…

T.rex. por Science Picture Company / SPL

Cuando alguien dice «dinosaurio», lo primero que nos viene a la mente es el Tyrannosaurus rex. Es inevitable. Grande y poderoso, representado en los medios populares como superdepredador sin rival, el T. rex aterroriza y atrae al mismo tiempo. Sin embargo, trasladado a la vida real, aún hay muchas cosas que ignoramos de este dinosaurio, y que podrían afectar su desempeño en un entorno actual. En otras palabras, si fuera posible soltar a un Tyrannosaurus rex en la selva hoy… ¿qué pasaría?

Todavía faltan más de seis meses para que la secuela de Jurassic World llegue a la pantalla grande, pero es evidente que una buena parte del público no puede esperar a recibir su dosis de dinosaurios. El regreso de Jeff Goldblum a la franquicia no es un detalle menor, y si tenemos en cuenta el espectacular rendimiento de Jurassic World en las salas (más de 1.600 millones de dólares), creo que sería una locura salir a competir con la furia jurásica (aunque tal vez Deadpool 2 presente resistencia). Dicho esto, no es casualidad que el Tyrannosaurus rex tenga un lugar de privilegio en el trailer de Jurassic World: Fallen Kingdom. Todo parece indicar que una vez más será uno de los antagonistas principales, pero vamos a hacer un pequeño ejercicio mental: Imaginemos que una corporación similar a la del viejo Hammond logra clonar una pareja de T. rex, y la suelta en una isla remota. ¿Cómo le iría?

Un T. rex alcanza su tamaño final a los 18 o 20 años de vida. Los primeros cinco enfrentaría una competencia brutal.

Los usuarios del portal Worldbuilding en Stack Exchange han explorado diferentes posibilidades, y al arrojar un poco de ciencia sobre el problema, la hipótesis se divide en dos partes. Por un lado, un Tyrannosaurus rex demasiado joven sería comido. Así es: El cazador, convertido en presa. El T. rex necesita vivir cerca de veinte años para alcanzar su reconocido tamaño, mientras que una década de desarrollo lo haría tan grande como un oso. Eso significa que durante sus primeros cinco años de vida, el T. rex estaría obligado a evadir docenas de potenciales depredadores, y aún con un peso mayor a 10 kilogramos, sería un plato muy popular para pumas o jaguares. El T. rex enfrentaría una dura competencia proveniente de animales con un metabolismo rápido, que en algunos casos devoran la mitad de su peso por día.

Y por el otro, el Tyrannosaurus rex se moriría de hambre. El dinosaurio tal vez sea grande, pero su velocidad no es la ideal para capturar presas (principalmente herbívoros) que evolucionaron con el objetivo de ser más rápidos que sus depredadores. Una vez que toca la media tonelada de peso, el T. rex se condena a sí mismo, ya que pierde la capacidad de obtener comida. No tiene nada a su alcance que sea lo suficientemente lento como para vencerlo a puro tamaño. En el período Cretácico había muchos animales con esa característica, sin embargo, en el mundo de los mamíferos, casi todo escaparía a sus mandíbulas. Ahora, existen dos posibilidades paralelas al ejercicio. Una es que el T. rex comience a atacar ganado. La otra… somos nosotros.

Escrito por Lisandro Pardo

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