En algún momento se imaginó (a modo de broma) que estaba hecha de queso. Después volcamos todos nuestros recursos para llegar a ella, y en el futuro es probable que la especie humana pueda instalarse en su superficie de forma permanente, pero hay una pregunta en el fondo que aparece con mucha frecuencia: ¿Qué sucedería si en vez de colonizar la Luna, decidimos destruirla? Más allá del cómo y el por qué, vamos a visualizar por un rato que la Luna explotó y ya no domina más nuestro cielo…
Destruir la Luna. Cosa bastante común en el universo Dragon Ball, primero a manos de Roshi, y después de Piccolo. Los guerreros Z tienen el poder para convertir en polvo al satélite, sin embargo, en la vida real se necesitaría una cantidad de energía que simplemente no está a nuestro alcance.
Con una masa de 7.3 x 10^22 kilogramos, detonar la Luna demandaría todo el arsenal nuclear de la Tierra… multiplicado por miles de millones de veces. De hecho, alguien hizo la comparación tomando como referencia a la Tsar Bomba rusa de 50 megatones, y el número total de bombas requeridas superaría los 500 mil millones.
Aún así, la extraña combinación de bombas nucleares y la Luna tuvo un lugar especial en el Proyecto A119 de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, cuyo objetivo era básicamente detonar una bomba nuclear en la superficie lunar para mejorar la moral estadounidense con una demostración de fuerza, luego del extraordinario arranque soviético en la Carrera Espacial. Los rusos también trabajaron en un proyecto similar, pero ambas partes llegaron a la conclusión de que era mejor poner humanos en la superficie.
Destruyendo la Luna
Dicho eso, vamos a imaginar el «boom» más grande jamás visto por la humanidad, destruyendo la Luna en el proceso. ¿Qué sucedería aquí en la Tierra? En primer lugar, nuestro planeta ganaría un sistema de anillos formado por los restos de la Luna. Dichos restos juegan una parte muy importante en nuestro ejercicio porque muchos caerían a la Tierra en la explosión inicial, y el resto lo haría desde el anillo.
El vídeo indica que la velocidad máxima sería de 8 kilómetros por segundo. No es un número catastrófico, pero nadie desearía estar en el camino de esas rocas. La luz de la Luna ya no interferiría con la luz de las estrellas lejanas, presentando así noches más claras. Por supuesto, los eclipses solares dejarían de existir, y las mareas se verían reducidas a un 25 por ciento de su actividad.
El verdadero problema estaría en la inclinación axial de la Tierra. El ángulo promedia los 23.4 grados en relación al plano de la eclíptica, con ligeros ajustes en ambas direcciones durante milenios. La Luna actúa como una especie de estabilizador, pero si llegara a desaparecer no habría ninguna restricción para el desplazamiento del eje.
Miles de años más tarde, la Tierra estaría girando «de lado», los polos dejarían de ser fríos, y los otros continentes pasarían de una era del hielo a la siguiente. En resumen: Mejor dejamos a la Luna donde está, y tratamos de colonizarla de una vez.