En 1939, intentando popularizar su linea de artefactos eléctricos, la firma estadounidense Westinghouse presentó una pareja de robots compuesta por “Elektro the Moto Man”, un humanoide de más de 2 metros de alto y su mascota Sparko. Sparko era un Terrier Escocés robótico, de unos 30 kilogramos de peso, capaz de hacer muchos de los trucos que los perros de verdad saben hacer. Se construyeron tres ejemplares, uno de ellos resultó destruido y los otros dos se encuentran desaparecidos. ¿Alguien sabe donde está Sparko?
Hoy día nadie se sorprende al ver un robot, aunque algunos sean sorprendentes. El coche que conduces ha sido construido por uno, al igual que el ordenador en el que estás leyendo esto y casi todo lo demás que tienes en casa. Algunas empresas, producen en serie mascotas robóticas para consumo hogareño, artefactos que a pesar de ser máquinas muy complejas y sofisticadas, no asombran demasiado a nadie. Pero el mundo no siempre fue así (como puedes ver en esta galería de robots antiguos).
En la primera mitad del siglo pasado, los “robots” eran sumamente extraños. De hecho, el término que utilizamos para denominarlos no existía antes de 1921, cuando el dramaturgo checo Karel Čapek estrenó su obra de teatro Rossum’s Universal Robots. En ella se representaban servidores mecánicos a los que se los describía con la palabra “robotnik“. Unos 10 años después de acuñado el término, un reconocido fabricante de productos eléctricos para el hogar de los Estados Unidos -la firma Westinghouse Electric Corporation– designó un equipo dirigido por el ingeniero Joseph Barnett para desarrollar una pareja robótica destinada a servir como atracción publicitaria.
Elektro y Sparko
La pareja, integrada por un robot humanoide y su mascota – un perro robótico– fueron presentados al público en 1939 en la Feria Mundial de Nueva York. Era imposible que pasasen desapercibidos. Elektro, “the Moto Man”, era un robot que medía unos 2.10 metros de altura y pesaba unos 150 kilogramos. Entre sus habilidades se destacaban la posibilidad de caminar, contar con los dedos, detectar objetos gracias a las fotocélulas instaladas en su cabeza , “fumar” cigarrillos mediante un sistema neumático, reconocer los colores verde y rojo, y hablar.
Sí: Elektro era capaz de reproducir unas 700 palabras almacenadas en un disco -como los utilizados para almacenar musica- alojado en su abultado tórax. Su mascota, Sparko, era mucho más pequeño pero no por eso menos espectacular. Era un “clon” de un perro raza Scottish Terrier de acero inoxidable, color metalizado, de unos 50 centímetros de alto y cerca de 30 kilos de peso. Sparko podía rodar como un perro de verdad, inclinarse y sentarse sobre sus patas traseras. Cada vez que la pareja aparecía en público, era Sparko quien conseguía los más fuertes aplausos.
Hoy día se puede ver a Elektro en el museo Mansfield Memorial, situado en Ohio (EE.UU.). Esto ha sido posible gracias a una meticulosa restauración efectuada por Jack Weeks, quien aún está intentando encontrar a Sparko para que, convenientemente restaurado, pueda exhibirse junto a su compañero. Se sabe que se construyeron al menos tres ejemplares del perro robótico. Pero en 1957, cuando estaban almacenados en un depósito de la empresa ubicado en California, alguien dejó la puerta abierta y los perros escaparon.
¿Como es posible que unos mecanismos rudimentarios hayan sido capaces de semejante hazaña? Según cuenta la leyenda, los “Sparkos” eran capaces de seguir la luz gracias a sus fotocélulas, por lo que se dirigieron hacia la puerta siguiendo la luz del sol. Una vez fuera, uno de los tres fue atropellado por un camión y destruido. De los otros dos se desconoce el paradero actual. Esos dos ejemplares que hace más de medio siglo sobrevivieron a la aventura seguramente descansan en algún desván o garaje de los Estados Unidos, muy probablemente sin que su dueño tenga idea del valor histórico que poseen. Un buen trozo de la historia de la robótica pertenece a Elektro y Sparko, dos robots capaces de hacer cosas que ningún mecanismo había hecho antes.
Interesante.
Yo había leído de Elektro, pero no sabía que había también un perro.