Cuando se habla de murciélagos, algunos piensan primero en vampiros, y otros en cierto justiciero multimillonario, pero fuera de la fantasía y la ciencia ficción, los murciélagos sobresalen por su técnica de ecolocación, que les permite conocer su entorno usando sonidos. Hoy, lo que comenzó siendo un proyecto paralelo en la Universidad de California se ha convertido en Sonic Eye, un casco ultrasónico que entrega al usuario un sistema de ecolocación similar al de los murciélagos.
Uno de los tantos mitos que rodean a los murciélagos es el de su ceguera. Si bien hay diferencias en el desarrollo de los ojos dependiendo de cada especie, la frase “ciego como un murciélago” es simplemente falsa. Tal vez el mito se desarrolló debido a su actividad nocturna (en la gran mayoría de los casos) y al uso avanzado de su técnica de ecolocación para navegar y cazar. Frecuencia, composición, intensidad e intervalo de los pulsos son apenas cuatro aspectos que dejan en evidencia la complejidad de su ecolocación. Entonces, ¿cómo no tratar de imitar eso? El ser humano posee una cierta capacidad (aunque muy limitada) de ecolocación, pero los murciélagos tienen a favor el ultrasonido, y para igualar el marcador, necesitamos un poco de ayuda tecnológica. Así es como nace el Sonic Eye.
A simple vista, el Sonic Eye parece un casco creado por el Doc Brown, pero su función definitivamente justifica la apariencia actual. Todo comenzó cuando Jascha Sohl-Dickstein y sus colegas de la Universidad de California en Berkeley se preguntaron si el ser humano necesitaría una especie de “cableado neural” especial para ecolocalizar, o si el cerebro sería capaz de adaptarse a la misma cantidad de información acústica a la que acceden los murciélagos. El desarrollo posterior llevó a la formación del Sonic Eye, el cual emite chirridos ultrasónicos. El sonido rebota en los objetos que componen el entorno, y el eco es recogido por un par de “orejas de murciélago” (técnicamente pabellones auriculares) con un micrófono en su parte central. Un ordenador procesa el eco aplicando un submuestreo (downsampling) con un factor de 20, de modo tal que el ser humano sea capaz de escucharlo.
Durante las pruebas, el Sonic Eye ha demostrado ser tan preciso que sus usuarios (especialmente los más entrenados) lograron reconocer una diferencia de apenas veinte centímetros en la posición de un plato sobre una mesa. Pero lo más llamativo aquí es que el cerebro humano tiene una excelente capacidad para crear mapas mentales a través del sonido, tal y como lo hacen los murciélagos. El siguiente paso es miniaturizar el diseño del Sonic Eye, ya que en estos momentos requiere cargar con un ordenador portátil en una mochila. Con los ajustes suficientes, el casco podría adoptar un formato mucho más liviano, mientras que el procesamiento acústico quedaría a cargo de un smartphone.