La Venus Climate Orbiter, llamada Akatsuki por los japoneses, es una sonda espacial que se está aproximando al vecino planeta. Si todo sale según lo previsto, el 7 de diciembre se colocará en órbita alrededor de Venus, dispuesta a develar algunos de los misterios que aún envuelven ese planeta. Considerado como “el gemelo malvado de la Tierra”, Venus posee un 96% de dióxido de carbono en su atmósfera, una temperatura superior al punto de fusión del plomo y podría ser un excelente ejemplo de lo que pueden causar aquí los gases de efecto invernadero.
Venus ha sido visitado en varias oportunidades. Los pioneros, como en tantas otras cosas, fueron los rusos, que en 1961 lograron hacer aterrizar una sonda en ese planeta. Pero no se trata de un destino precisamente agradable, ya que este vecino de la Tierra posee condiciones ambientales que distan mucho de ser las que solemos considerar adecuadas para la vida. Su atmósfera posee un 96% de dióxido de carbono, y consiste en una niebla corrosiva y espesa debido a las altas concentraciones de ácido sulfúrico que posee. Como si esto fuera poco, la temperatura es tan alta que el plomo se derretiría en el aire. Estas características tan extremas pueden explicar el pequeño número de misiones -comparadas, por ejemplo, con las que se envían a Marte– y la poca vida útil de las mismas.
El próximo visitante que recibirá Venus será la sonda Akatsuki, también conocida como Venus Climate Orbiter, un robot destinado a orbitar ese planeta en busca de datos adicionales sobre su atmósfera. El arribo está programado para el 7 de diciembre de 2010, y el equipo de científicos que la desarrolló, liderados por Takeshi Imamura, cree que la información recogida por este artefacto podría enseñarnos mucho acerca de nuestro propio planeta. “En muchos sentidos, Venus es similar a la Tierra. Tiene aproximadamente la misma masa , está aproximadamente a la misma distancia del Sol, y se compone de los mismos materiales básicos”, explica Imamura. “Sin embargo, los dos mundos son muy diferentes. Queremos saber por qué”, se entusiasma. “Comparando la meteorología de Venus con la de la Tierra vamos a aprender mucho más acerca de los principios universales de la meteorología, a la vez que mejoramos los modelos climáticos que utilizamos para predecir el clima futuro de nuestro planeta”, concluye. Los científicos no saben cómo fue que Venus se convirtió en el terrible infierno que es en la actualidad. ¿Sufre, acaso, un proceso de calentamiento global fuera de control? ¿Cuál es el origen de la espesa capa de nubes de de ácido sulfúrico de más de 18 kilómetros de espesor que envuelve el planeta? Cuando Akatsuki llegue a Venus en diciembre estas preguntas encontrarán una respuesta.