La historia humana está repleta de libros raros, ya sean reales o ficticios. Desde el Manuscrito Voynich (que sigue dividiendo a los expertos) hasta el famoso Necronomicon (un maravilloso invento de H.P. Lovecraft), algunas piezas son sencillamente irresistibles por el misterio que las rodea, o por un detalle macabro asociado a su impresión. Uno de esos libros es «Sombras desde los Muros de la Muerte», escrito por el doctor Robert M. Kedzie e impreso en 1874. En términos sencillos, si alguien lo manipula sin protección, podría terminar muerto.
Una práctica muy inusual a la hora de encuadernar libros es la llamada bibliopegia antropodérmica, y como su nombre lo sugiere… utiliza piel humana. Algunos de nuestros lectores tal vez piensen que hay que estar demasiado loco para hacer un libro así, pero hasta la fecha se ha confirmado (aplicando diferentes técnicas) que más de una docena de libros poseen efectivamente piel humana en su exterior, incluyendo un ejemplar que se remonta al año 1568.
Hay algo definitivamente fascinante en la idea de un libro macabro, ya sea por su contenido o su encuadernación. El simple hecho de que hayan sido «impregnados de muerte» los coloca en una categoría diferente, y se transforman de manera casi automática en piezas de colección. Siguiendo esa línea, ¿qué tal suena un libro que puede matar al lector imprudente…?
El libro que podría matar a su lector
«Sombras desde los Muros de la Muerte» es una publicación del doctor Robert M. Kedzie, quien sirvió como cirujano en el Ejército de la Unión durante la guerra civil estadounidense, y luego se convirtió en profesor de química en lo que hoy es la Universidad Estatal de Michigan (MSU). Uno de los objetivos de Kedzie fue advertir al público sobre los riesgos del arsénico, que fue combinado con cobre durante décadas para crear coloridos papeles pintados, destinados a la decoración de interiores.
Ese detalle revela por completo la naturaleza del libro: Sus páginas están saturadas con niveles potencialmente letales de arsénico, por lo que su manipulación requiere guantes, y de ser posible, protección respiratoria. Una de las hipótesis (correctas) de Kedzie era que con el tiempo, los papeles tóxicos generaban micropartículas de polvo que podían envenenar a familias enteras durante décadas… lentamente.
Como parte de su campaña, Kedzie creó un total de cien copias, y las distribuyó en bibliotecas públicas de todo Michigan con instrucciones precisas de jamás permitir que los niños se acerquen al libro. «Sombras desde los Muros de la Muerte» apenas dedica un par de páginas al texto, que incluye una cita a Levítico 14:37, la cual habla sobre la «cuarentena de casas infectadas». Las 86 páginas restantes no son otra cosa más que muestras de papeles pintados tomadas de comerciantes locales.
El mensaje de Kedzie llegó tan profundo que la mayoría de los bibliotecarios cortaron por lo sano al destruir sus copias, y solamente sobrevivieron cuatro ejemplares. Dos de ellos permanecen en Michigan (uno en la MSU, el otro en la Universidad de Michigan), el tercero está en la Escuela Médica de la Universidad de Harvard, y el cuarto quedó en poder de la Biblioteca Nacional de Medicina, que decidió digitalizarlo para que cualquier interesado lo pueda explorar sin riesgo.
(De nuestros archivos, publicado por primera vez en enero de 2018. Y pensar que algunas de esas copias siguen esperando una víctima…)
Fuente: Atlas Obscura
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