Ir al espacio arrastra múltiples dificultades, pero el verdadero problema es ir al espacio con todo el equipo y la materia prima que necesitamos para iniciar nuestra verdadera aventura como especie interplanetaria. Cohetes más económicos y reutilizables nos llevan en la dirección correcta, sin embargo, existe otra alternativa: El concepto Skyhook. A simple vista parece una variante más del ascensor espacial, con la diferencia de que sería muchísimo más sencillo construirlo, usando materiales reales, que no pertenecen al campo de la ciencia ficción.
Considera a un cohete como el Falcon 9 Full Thrust. 549 toneladas de masa, 22.8 toneladas de carga útil a LEO, 8.3 toneladas a GTO. ¿Marte? Poco más de 4 toneladas. 549 toneladas para mover 4 a otro planeta. Este es el desafío espacial en su esencia. Necesitamos algo mejor, mucho más eficiente, y por sobre todas las cosas, económico. La idea detrás de los cohetes reutilizables es incrementar la frecuencia de los lanzamientos, pero al final del idea debemos quebrar la ecuación, colocando más carga útil en el espacio consumiendo menos combustible. La pregunta es… ¿cómo?
Una vez más, la gente de Kurzgesagt compartió un excelente vídeo en el que explica el concepto Skyhook, un «gancho en el cielo» que captura naves suborbitales y transfiere la energía suficiente para enviarlas a otras regiones del sistema solar. El aspecto más sorprendente del Skyhook es su aparente sencillez: Un cable de aproximadamente 1.000 kilómetros de largo, un gancho en un extremo, y un peso en el otro. El sistema completo funciona aún mejor si se lo hace girar. El gancho de un Skyhook disminuye su velocidad en relación a la superficie terrestre, y después acelera, disparando su carga como si fuera una catapulta.
El resultado final es una transferencia equivalente a dos veces la velocidad de rotación del Skyhook. Y la mejor parte es que se encuentra dentro de nuestras posibilidades. Sin duda alguna, el cable estará sometido a fuerzas extremas, pero ya existen materiales compatibles como el Zylon, y con una buena capa de redundancia, podría sobrevivir a amenazas externas (microimpactos, etc.). Además, el Skyhook pasaría por la misma zona varias veces al día, por lo tanto, estos «lanzamientos» al espacio serían mucho más frecuentes.
Lógicamente, hay otras dificultades. La fricción atmosférica nos impide colocar al Skyhook «demasiado abajo», y la maniobra de anclaje sería extremadamente compleja, a una velocidad de Mach 12. En otras palabras, tendríamos que rediseñar a nuestras naves espaciales, pero todo esto sería más seguro y económico que seguir lanzando misiles gigantes llenos de combustible a 40.000 kilómetros por hora.
Restaurar la energía del Skyhook también tiene solución, ya que actúa como una especie de «batería orbital». Por un lado, podríamos aplicar sistemas de propulsión química o eléctrica, pero hay otra opción, y es recibir la energía de naves provenientes de otros planetas al momento de su desaceleración. Ahí surge el enorme potencial del Skyhook: Funciona aún mejor fuera de la Tierra.
Marte es un candidato extraordinario gracias a su baja gravedad y atmósfera delgada (el «Mach 12» de la Tierra se reduce a apenas 1.000 kilómetros por hora). Marte también habilitaría el acceso al cinturón de asteroides y las riquezas que nos esperan allí, y la órbita cerrada de Fobos (apenas 6.000 kilómetros de la superficie marciana), nos permitiría convertir a esa luna en un súper-Skyhook. Tenemos la tecnología, sólo falta voluntad.