La historia nos dice que en algún punto del año 1760, el naturalista y escritor Charles Bonnet describió una extraña situación con su abuelo de 89 años. El hombre estaba casi ciego de ambos ojos debido a las cataratas, pero podía ver a hombres, mujeres, tapices, edificios, y carruajes en situaciones imposibles. La cabeza del hombre era impecable para su edad, entonces… ¿de dónde venían esas alucinaciones? La respuesta es lo que hoy se conoce como Síndrome de Charles Bonnet, una condición asociada al deterioro visual avanzado, y que no tiene vínculo con la salud mental de la persona.
Las alucinaciones pueden llegar a nosotros de diferentes formas. En el pasado hemos explorado el vector químico, con la influencia de sustancias como el LSD en el cerebro. Otro tema recurrente en NeoTeo es el de la horrible parálisis del sueño, expresada en escalofriantes cortos de cine, y en galerías que no se quedan atrás.
Después está la posibilidad de que sean producto de un deterioro progresivo o un daño específico en el sistema visual. Imágenes irreales, confusas, torcidas, imposibles. Gente saliendo de las paredes, animales con dimensiones casi cómicas, objetos que simplemente no están allí… con un pequeño detalle: Eres consciente de ello.
Alucinaciones conscientes y el Síndrome de Bonnet
El término oficial es «síndrome de Charles Bonnet», por el naturalista y escritor Charles Bonnet que lo describió originalmente en 1760. Las personas mayores de 65 años que presentan una pérdida avanzada de la visión (o en proceso de perderla) suelen sufrir este síndrome con frecuencia.
De hecho, la degeneración macular asociada a la edad ha sido destacada como la causa más común, a la que se suman glaucoma, cataratas, y daño relacionado con la diabetes.
El síndrome sorprende y aterra en un principio por la claridad de las imágenes. De acuerdo con los pacientes no son vagas o nubladas, sino muy detalladas. La mayoría de las apariciones «humanas» son de completos extraños, con ojos y dientes grandes.
No parpadean, y sostienen el «contacto visual» con el paciente. Algunas escenas pueden ser muy dramáticas (los reportes van desde funerales hasta dragones), y otras no causan demasiado estrés (árboles, vehículos).
Aquellos que sufren del síndrome deben aprender a vivir con él, una tarea para nada sencilla. Si bien entienden que las alucinaciones no son reales y que no les harán daño, digamos que no es agradable ver rostros desconocidos en los arbustos, los árboles, y cuando apenas despiertan.
Uno de los factores que separan a las personas con el síndrome de los que sufren psicosis es el silencio. Quienes arrastran a Charles Bonnet deciden no compartir nada sobre sus alucinaciones por miedo a que los vean como locos, mientras que un psicótico inventa cualquier cosa para justificar sus visiones, sin poner en duda a su salud mental.
¿Por qué sucede?
Ahora, ¿por qué sucede esto? La hipótesis más fuerte sugiere que el cerebro trata de «compensar» ante la falta de estímulo visual, algo muy común cuando observamos ilusiones ópticas. Patrones y formas que se extienden, colores que no existen, líneas rectas que se doblan por arte de magia.
Otras ideas apuntan a una similitud entre el síndrome de Charles Bonnet y los sueños. Frente a la ausencia de estímulos, la corteza visual «se aburre», y busca «darse un gusto» con variantes de imágenes almacenadas. En pocas palabras, al cerebro no le gustan los vacíos.
Finalmente están quienes creen que las alucinaciones son «puertas a mundos paralelos»… pero esa es otra historia a la que no le damos nada de credibilidad.