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Sillas de ruedas controladas por la mente

Un grupo de investigadores europeos ha desarrollado un sistema que permite a un cuadraplégico controlar una silla de ruedas (u otros aparatos similares) mediante el pensamiento. A partir de la actividad eléctrica del cerebro, un ordenador puede controlar un robot o silla de ruedas, mejorando la calidad de vida de estos pacientes.

Aunque casi siempre vemos noticias de este tipo aplicadas a campos como la robótica o el entretenimiento, los dispositivos capaces de interpretar las señales eléctricas del cerebro humano y traducirlas en acciones físicas concretas gracias a diferentes tipos de actuadores tienen aplicaciones prácticas mucho más importantes.

Que un ciego pueda ver gracias al implante de electrodos en su cerebro o que un tetrapléjico mueva el ratón del ordenador, o una silla de ruedas, con la fuerza del pensamiento puede parecer algo propio de la ciencia ficción, pero en realidad no lo es. Afortunadamente para estos pacientes, existen en el mundo varios equipos de científicos trabajando en mecanismos que permitan transformar el pensamiento en acciones ejecutadas por máquinas, logrando de esta manera una mayor independencia y calidad de vida de los discapacitados.

El español José del Rocío Millán trabaja en el instituto Dalle Molle de Inteligencia Artificial (Idiap) en Martigny (Suiza), y es uno de los científicos que dedica sus horas a esta tarea. Justamente, el más famoso de sus proyectos consiste en el desarrollo de una silla de ruedas que pueda ser dirigida con el pensamiento de su ocupante. José tiene mucha experiencia en este tipo de tarea, y hasta ha sido premiado por la revista estadounidense Scientific American.

Si bien el principio de funcionamiento de esta silla especial es bastante difícil de simplificar, Millán lo intenta diciendo que “se trata básicamente de medir la actividad eléctrica del cerebro con una técnica no invasiva, a través de un gorro similar a los que se utilizan para nadar y que lleva incorporado varios electrodos.”

Una vez conseguido el registro eléctrico del cerebro del paciente, un ordenador se encarga de analizar el patrón de actividad eléctrica cerebral que corresponde a cada pensamiento. Si el paciente imagina que está moviendo el brazo izquierdo, por ejemplo, generará un patrón determinado que la silla podrá interpretar como un movimiento de avance.

Dado que los patrones son muy similares entre si, y a su vez difieren mucho de una persona a otra, el conductor debe someter a su silla a un periodo de entrenamiento, en el cual se logra que el ordenador pueda reconocer cada patrón de actividad eléctrica.

“La idea de controlar las máquinas con el pensamiento ha fascinado a la humanidad desde siempre”, dice el científico. “Hemos tenido resultados sorprendentes, pero hay que ser muy cauto antes de hablar de aplicaciones prácticas”. Una de las cuestiones principales es asegurarse de que el aparato funciona de manera segura, ya que la carga que transporta es muy frágil e importante.

Según Millán, las interfaces que relacionan el pensamiento humano directamente con las máquinas están “todavía en la infancia, pero no en el reino de la ciencia ficción”.

Escrito por Ariel Palazzesi

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