Podemos considerar al cosmonauta ruso Avdeyev como el cronoviajero más grande de todos los tiempos, puesto que gracias a sus constantes desplazamientos por el espacio, el soviético ha conseguido avanzar hacia el futuro. En realidad han sido 0.02 segundos pero por ahora posee el récord mundial de viajes en el tiempo. No sabemos que habrá encontrado este hombre 2 centésimas de segundo más allá. No mucho, pero el dato no deja ser fascinante y sorprendente a la vez.
Los viajes en el tiempo son tan difíciles de realizar como atractivos de imaginar. Las
paradojas que se generan en un hipotético movimiento hacia el pasado resultan casi
imposibles de resolver desde un punto de vista práctico pero sin embargo, los viajes al futuro no presentan ningún inconveniente y, además, podemos decir que ya tenemos un récord de una persona que ha viajado hacia delante 2 centésimas de segundo. No es mucho pero viéndolo desde una perspectiva teórica, el hecho resulta más que fascinante.
Einstein ya lo predijo con su teoría de la Relatividad. Para un objeto que se mueve a una cierta velocidad con respecto a otro que se mantiene fijo, el tiempo pasa más lentamente, por tanto, puede considerarse casi un viaje al futuro. Supongamos un observador en la Tierra y a la vez un sujeto montado en una nave que viaja a muy alta velocidad. Conforme nos acerquemos a los 300.000 Km/s que impone la física como máximo téorico, el astronauta que viaja en la nave sufre una ralentización temporal que se agrava cuanto más cerca se encuentre de la velocidad de la luz.
De todos modos, la ganancia que se genera sólo es perceptible a velocidades muy cercanas a la luz. Si consideramos un observador que se aleja en una nave con una velocidad que sea un 90% de la de la luz, el tiempo transcurrido en la Tierra, ignorando el efecto de Dilatación gravitacional del tiempo para simplificar, sería unas 2,30 veces más lento según un observador en la Tierra. Es decir, que incluso yendo a esta altísima velocidad sólo ganaríamos un modesto factor dos en nuestro viaje al futuro. Y no es ninguna tontería. Esto ha sido verificado experimentalmente colocando precisos relojes atómicos en aviones y comprobando con otros relojes en tierra, que se habían retrasado unas cuantas millonésimas de segundo. Y cuánto más rápido viajaba el avión, más grande se hacía la diferencia temporal.
Sin embargo, no podemos olvidar que, aunque sea insignificante, la dilatación temporal ocurre siempre que el objeto se mueve a una velocidad con respecto al observador fijo. El cosmonauta ruso, durante la era de la estación espacial MIR permaneció un total de 748 días, divididos en tres viajes, orbitando la Tierra a 27 mil kilómetros por hora constantemente y por consecuencia “viajando,” relativamente a los humanos en tierra, 0,02 segundos al futuro.
Pero esto no es todo. Todos nosotros también viajamos al futuro cada vez que nos montamos en un avión o incluso que realizamos un desplazamiento. Lo que sucede es que nuestra velocidad es tan pequeña, que la resultante temporal es absolutamente insignificante (del orden de millonésimas de segundo) pero no deja de ser real que estamos viajando hacia el futuro constantemente. Así que ya lo sabes. Si quieres envejecer más despacio que tu vecino, sólo tienes que volar con más asiduidad. No parece que vayas a ganarle en arrugas pero siempre podrás decir que le has visto algo más abuelete que de costumbre.