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Scams de Internet en los que todavía caemos

Internet: Te amamos, pero nos haces daño. Si no vienes con previa preparación mental para ello, seguramente caerás en alguna de las no muy elaboradas trampas que la red tiene tendidas para ti. Estos son apenas un puñado de los engaños más comunes en los que día a día perdemos lo que nos quedaba de dignididad, mientras desarrollamos cada aspecto de nuestra vida en los *oscuros* caminos de Internet.

Hola, soy Roberto de Google.

Los fraudes con emails son más antiguos que Los Picapiedras. Algunos servidores de correo ya han tomado una postura casi insoportable en sus políticas antispam y, creyéndose rudos, filtran hasta lo que no es correo basura. Así todo, siempre se les escapa algo. Hay mil y una maneras de llegar a un destinatario de email y finalmente engañarlo, y sin dudas las que más tienen éxito son las que utilizan el phishing para cazar desprevenidos. De pronto llega un correo con un tipo asegurando que es “Roberto, de Google”, y tú le crees, porque el remitente reza irrefutablemente “roberto@google.com”, entonces el hombre tiene que estar escribiéndote desde Google y llamarse Roberto. Falsear la dirección de remitente en un email es una práctica sencilla que resulta letal: un nombre acertado como alias, un filtro antispam poco eficiente y una pizca de inocencia en los ojos del receptor dan resultados increíbles.

Compra el circo y los monos, con un 88% off

Repasen un momento. A nivel general, ¿qué tal ha sido la experiencia con las cuponeras? Antes estaban los clubes privados de compras (que ya han comenzado a fundirse y desaparecer en algunas regiones), y luego con la llegada de Groupon explotó el mercado de los cupones de descuento en la web. Ahora posiblemente consigan el mismo descuento muchos de los tantos sitios “inspirados” en este modelo, de seriedad variable, y con resultados que pueden ir desde una compra sin sobresaltos hasta un verdadero desastre: mal servicio, productos que no existen, condiciones de compra engañosas, vendedores que nunca responden llamados, etc. La posibilidad de reclamo siempre depende de qué tan de fantasía sea la empresa donde adquirieron el cupón. Debe ser que lo tenemos merecido, por pagar de menos.

Haz una fortuna en casa

¡Gana hasta $xxxx por [inserte actividad mínima aquí]! ¡Trabaje desde la comodidad de su sofá! Todas son ofertas tentadoras que esconden una cruda realidad: la fortuna prometida no llegará, ni siquiera verán dinero alguno en la mayoría de ellas. En muchos casos deberán dejar cierto depósito de ingreso inventado a un negocio que es más inventado todavía, o bien se la pasarán atados a un acuerdo que implica hacer trabajo esclavista para ganar miseria. Pueden hacerlo en ropa interior, echados en el piso de la sala si así lo desean. Pero la comodidad no hará menos real el engaño para el que se han prestado.

No sabemos quién eres, así que danos dinero

Están buscando esa película pero, no hay caso. No está en ningún lado. Los títulos de Netflix atrasan 20 años, así que no cuenta. Habrá que buscar en vías alternativas. Hay cientos y miles de sitios que curiosamente tienen esta película que no tiene nadie más y, qué maravilla, ¡es gratis para ver online! Pero como su servicio es tan fabuloso y tan gratuito, no pueden dejarnos utilizarlo así como así y ya, no son esa clase de gente. Por eso es que primero debemos decirles quiénes somos. ¿Les enviaremos un email de presentación? ¿Nos harán un llamado telefónico? Para nada, no hay cosa que no pueda arreglarse fácil y rápidamente tan solo ingresando los números de la tarjeta de crédito internacional. No debería de molestarnos, porque realmente queremos ver esa película, ¿no es verdad? Todo muy normal y seguro, es apenas una comprobación de identidad, apenas una comprobación de identidad… *repite con voz de Gollum*

Pruebas gratis por 30 días, prueba paga hasta que te des cuenta

Una re-versión encantadora de los scams con tarjetas de crédito es aquella donde realmente sabemos en qué vamos a poner la tarjeta, y de corazón queremos hacerlo, sólo que no estamos muy al tanto de lo que tendremos que aguantar después. Aplicaciones, servicios y suscripciones estupendas dejan un período de gracia limitado (15-30 días) para probar los beneficios de haberse adherido. Con tal de poder utilizarlo, dejamos asentados los datos del plástico, sólo para descubrir que al final del período estaremos obligados a pagar por más tiempo, o que desuscribirse es engorroso y lento. Ni que decir si olvidamos dar de baja el asunto: seguirán facturándonos eternamente sin importar si lo hemos usado alguna vez, hasta que algún día reaccionemos.

Descarga aquí. No ahí, ¡aquí!

Las descargas directas son un gran cazabobos. No sólo ya se corre el riesgo de partida de bajar un gusano masivo que deje el ordenador para menos que iniciar el Solitario, sino que además hay que soportar las decenas de botones falsos diseminados por toda la página que terminan trayendo hasta serios problemas si nos encuentran con las defensas bajas. Click. Era una publicidad. Click. Era un enlace externo. Click. Te has instalado un spyware. Click. Era una página para dultos. Click. Te has ganado un millón de euros porque eres el visitante 10000000. Click

Virales de Facebook que no son divertidos

Ah, condenado Facebook y sus condenadas aplicaciones. Cada tanto algún ingenuo mira ese “vídeo increible”, o lee esa “noticia de último momento”, se suscribe a esas “frases ultra graciosas” o instala alguna aplicación para saber quién lo ha visitado y qué rayos. El precio de la credulidad lo terminamos pagando en conjunto con quien ha caído. Posiblemente tu contacto haya perdido toda última esperanza de privacidad posible, entregando datos a aplicaciones fraudulentas o de spam que como mínimo harán publicaciones indeseadas. Y a nosotros nos cabe el castigo de las notificaciones múltiples e invitaciones a participar del mismo fraude. Todo porque algunos viven en la nube rosada de Internet, donde la gente todavía es buena y los sitios y apps hacen lo que te dicen que hacen. Si alguna vez esto fue así, créeme, ya no lo es.

Como recomendación: la mejor prevención frente a los scams de Internet es prestar un poco más de atención. Todos hemos recibido nuestro bautizo de fuego y eso no nos convierte en unos mentecatos por ahora. Pero siempre somos candidatos a serlo así que, ¡no vuelvan a caer!

Escrito por Federico Reggiani

Participo en NeoTeo.com, JuegosFan.com y Foto24.com como desarrollador, entre otras cosas.

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