¿Guerra Fría? Si quieres una dosis de ella, ya no tienes que buscarla en el siglo XX. Las relaciones entre Rusia y los Estados Unidos atraviesan una etapa muy complicada, cortesía de la guerra civil en Siria, y una campaña electoral estadounidense digna de una miniserie para Netflix. En lo que se podría interpretar como un «momento delicado» de su gran rival geopolítico, Rusia decidió responder con una clásica demostración de fuerza, revelando nueva información sobre el misil balístico intercontinental RS-28 Sarmat, también identificado bajo la designación Satán 2.
Se calcula que el arsenal estratégico actual de la Federación Rusa es de unas 1.790 ojivas nucleares. El número para los Estados Unidos es muy similar, 1.930. Por cuestiones lógicas, resulta imposible saber los valores exactos de ambos lados, y más allá de cualquier fluctuación, el concepto de Destrucción Mutua Asegurada continúa firme. Al final del día, ningún bando tiene razones viables para presionar el simbólico «botón rojo», porque con casi cuatro mil ICBMs en el aire, cualquier loca idea de «victoria» se desvanece de inmediato. Pero el juego no termina. Cada jugador sigue moviendo piezas, sacrificando otras, y por supuesto, colocando nuevas en el tablero. En el caso de Rusia, la «novedad» es el misil nuclear RS-28 Sarmat, al que en los países occidentales se conoce mejor como Satán 2.
Digo «novedad» porque si la memoria no me falla, el RS-28 Sarmat lleva en desarrollo unos ocho o nueve años. Se supone que este misil balístico surgió como respuesta al proyecto Prompt Global Strike de los Estados Unidos, el cual explora utilizar armamento convencional con capacidad hipersónica del mismo modo que a un ICBM. Además del Satán 2, también encontramos al sistema de misiles S-500 Prometeo, que en teoría sería capaz de interceptar a dicho armamento hipersónico. Volviendo al Satán 2, su «presentación formal» por parte del Buró de Diseño Makeyev fue bastante austera. A partir de este punto, los datos pierden un poco de precisión. Varios portales indican una carga máxima de 40-50 megatones, pero es necesario destacar que el Satán 2 califica como MIRV, por lo tanto, ese poder estaría distribuido en diez o quince ojivas. Los cálculos sobre su rango operacional apuntan a unos diez mil kilómetros, con una velocidad máxima superior a Mach 20.
El plan es que el RS-28 Sarmat / Satán 2 reemplace a su predecesor R-36, identificado por la OTAN como el original SS-18 Satán. Si tratamos de medir el potencial destructivo de estos misiles, podemos tomar las palabras de Paul Craig Roberts, quien fuera Secretario del Tesoro durante la presidencia de Ronald Reagan: Un «viejo» SS-18 podría reducir a polvo el 75 por ciento de New York, mientras que «cinco o seis» harían lo mismo con toda la Costa Este. En cuanto al Satán 2, apenas uno sería suficiente para convertir en cenizas a Texas, que dicho sea de paso, es el segundo estado más grande de los Estados Unidos (detrás de Alaska). Si no hay demoras, el nuevo misil entrará en servicio antes de que finalice el año 2018. Polítca.