Los sopletes convencionales necesitan ya sea de propano o de acetileno (en ambos casos mezclado con oxígeno) para sostener su llama. Sin embargo, no siempre es seguro o viable manipular esas sustancias, y a partir de allí nace SafeFlame, un nuevo dispositivo que utiliza el hidrógeno y el oxígeno del agua para crear fuego.
He tenido la posibilidad de ver varios sopletes (o antorchas, para quienes lo prefieran así) en acción. Son dispositivos que demandan destreza, paciencia, y por supuesto, mucha seguridad. Tanto el propano como el acetileno no son cosas con las que se pueda “jugar”. Cada una de estas sustancias tiene su aplicación, pero tampoco son “comodines” que digamos. En ciertos entornos, o al trabajar con materiales más delicados de lo usual, ninguna de las dos opciones resulta completamente adecuada. Con esto no quiero decir que se deba reemplazar a los sopletes basados en propano y acetileno, pero nunca suena mal contar con una alternativa más eficiente y segura.
Así es como nos cruzamos con SafeFlame, un sistema que combina a un soplete con una plataforma de electrólisis portátil. Todo lo que necesita SafeFlame es un poco de agua, y una conexión a la red principal de electricidad. Una vez activado, el sistema procede a separar el hidrógeno y el oxígeno, con el objetivo de combinarlos en la boquilla del soplete. El resultado es una llama más fría y “suave” a la hora de calentar una pieza, sin mencionar ecológica, ya que el único desperdicio que genera al arder es vapor de agua. Otra ventaja es que la llama arde “fuera” de la boquilla, manteniéndola lo suficientemente fría para que sea segura al tacto del usuario.
Aunque todavía es necesario refinar el sistema de electrólisis para hacerlo más accesible (eso incluye reducir la cantidad de platino requerido, y evaluar la aplicación de otros materiales en sus membranas y celdas, conservando el rendimiento original) SafeFlame podría ser en promedio 20 veces más barato que su equivalente en acetileno, ya que no debe absorber sus costos de traslado, almacenamiento y seguro en caso de accidentes. En otras palabras, el futuro de los sopletes y de los profesionales que los utilizan a diario bien podría estar en el concepto de convertir agua en fuego.
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