No, seguramente no lo conoces. Pero Rudy Heeman ha pasado 800 horas en los últimos 11 años construyendo su bote volador y por fin está listo para que el neozelandés pueda darse el gusto de navegar / volar con su bote.
Más que menos, todos tenemos alguna idea brillante dando vueltas por nuestro cerebro, como si fuese un ruido de fondo que nos acompaña por la vida. También somos muchos los que tenemos algunas herramientas y nos damos maña para armar (¡o desarmar!) cosas. Sin embargo, solo algunos pocos tienen la constancia de tomar el toro por las astas y convertir su idea en algo que funcione.
Rudy Heeman vive en Nueva Zelanda, y aunque su nombre recuerda al de He-Man no es no es ningún superhéroe. Solo es un mecánico que tenía un sueño, y dedico 800 horas de trabajo duro a lo largo de 11 años de su vida para darle forma. Varios miles de dólares gastados, el motor usado de un Subaru y un curso sobre el modelado de la fibra de vidrio le permitieron lograr lo que tanto anhelaba: un bote que pudiese volar.
El vehículo ha sido bautizado con el nombre de Hoverwing. Durante el primer vuelo, el genio loco no permitió a sus hijas se acercaran al lugar de las pruebas, ya que sabía que algo podía no salir del todo bien. De hecho, eligió un lugar cercano a un hospital, para tener la garantía de que la ayuda llegaría rápidamente en caso de necesitarla. Si, Rudy pensó en todo.
Luego de algunos ajustes, Rudy puso en marcha el motor del Subaru, y se lanzó como un bólido por el agua. Minutos más tarde estaba volando con su bote. Al contrario de otros inventos, como el M200G y demás vehículos voladores, el Hoverwing voló a la primera.
El nivel de vuelo óptimo para el Hoverwing se ubica en unos 150 centímetros sobre la superficie del agua, y la velocidad máxima alcanzada por Rudy es de unos 98 Km/h. Nada mal para ser un invento que construyó en su garaje trabajando los fines de semana.